Resumen
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
¡Qué paradoja con la educación en Colombia! Quienes ostentan el título de ‘Educadores’ se niegan a presentar exámenes de conocimientos, de que trata la Nueva Ley General de Educación.
Prefieren el tráfico de influencias con sus padrinos políticos, administrando su ignorancia a cambio de una invitación a comer y hasta se niegan a enseñar la Urbanidad de Carreño y la Instrucción Cívica, materias que han venido borrando del pensum desde el gobierno del expresidente Julio Cesar Turbay Ayala.
La mejor época de la educación en Colombia fue durante el gobierno del ex presidente Marco Fidel Suárez, el hijo de una lavandera que logró llegar a la primera magistratura de la nación hace más de un siglo.
Los estudiantes del siglo pasado estudiábamos inglés, francés y latín, además de matemáticas de alto nivel, Algebra de Baldor, trigonometría, literatura, geografía e historia de Colombia y geografía universal, además de disciplina militar.
Ahora, los dirigentes sindicales de Fecode son actores políticos, que quisieron comprar la presidencia de la República, entregándole a la campaña electoral de Gustavo Petro la suma de quinientos millones de pesos de las cuotas sindicales, para elegir a quien consideraron como el nuevo Mesías de Colombia.
Les dieron cuotas sindicales en el gabinete ministerial y ahora están pidiendo la cabeza de la Ministra de Educación, porque no quiso convertirse en un títere del movimiento sindical.
A medida que avanza el conocimiento de la ciencia y la tecnología es obvio que el ministerio de educación exija los exámenes de conocimientos a quienes quieren asegurar un cargo público de esa categoría.
Hacer parte del magisterio oficial implica, entre otros, la actualización permanente de las tecnologías de la educación, además de los inauditos privilegios, porque los educadores solamente trabajan ciento treinta y cinco (135) días al año y muchos de ellos pueden aspirar a dos jubilaciones.
Durante la pasada época del Covid-19 hubo miles de educadores en el departamento de Santander que no sabían manejar siquiera un computador, porque en las horas libres de la educación nunca actualizaron sus conocimientos. Los medios de comunicación fuimos sorprendidos encontrando a maestros de escuela manejando tiendas y restaurantes como negocios particulares, olvidándose de sus responsabilidades académicas.
Con los ascensos en el escalafón de enseñanza primaria y secundaria se produce en el país el más aberrante tráfico de influencias. Hay que pagarle sumas de dinero a determinados funcionarios para que los asciendan en el escalafón, porque la corrupción en Colombia ha llegado a todos los estratos de la población.
El paro general del magisterio es un negocio para el Sindicato de FECODE, que se hace sentir ante el gobierno de turno, demostrando una fuerza política por encima de los conocimientos académicos, que representan muy poca cosa a la hora de salir a las calles, con panfletos de los nuevos privilegios sindicales que están buscando, como la reducción de la jornada académica, la creación de salas de belleza para las profesoras y la multiplicación de la burocracia administrativa, que es otra manera de consentir a los caciques políticos que les han dado la oportunidad de unos nombramientos en la burocracia oficial.
