Mente y vejez

Resumen

Colombia enfrenta un creciente reto con las ECNT y la salud mental debido al envejecimiento poblacional. Se sugiere un modelo clínico que priorice el cuidado integral y multidisciplinario para afrontar la doble carga de estas condiciones y mitigar su impacto.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
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Mente y vejez

Los próximos años estarán marcados por el incremento representativo de las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) y la urgencia de la salud mental. El envejecimiento poblacional, con baja tasa de nacimientos (la llamada «pirámide inversa»), significa que una proporción mayor de colombianos padecerá de hipertensión, diabetes, cáncer y enfermedades cardiovasculares.

Por: Mario Solano

Este panorama requiere un cambio de enfoque en la atención, pasando de un modelo asistencial centrado en la patología aguda e infecciosa, a uno que priorice la gestión integral y el cuidado crónico. Simultáneamente, la salud mental emerge como un desafío epidemiológico de proporciones críticas.

Los estudios nacionales (como la Encuesta Nacional de Salud Mental 2015) ya evidencian una alta prevalencia de trastornos de ansiedad y del estado de ánimo, con brechas de atención que superan el 80% para condiciones como la depresión. El impacto de la cronicidad no es solo físico; las ECNT tienen una profunda y bidireccional relación con los trastornos mentales (depresión y ansiedad son más frecuentes en pacientes con condiciones crónicas), exacerbando la carga de enfermedad y la discapacidad.

La respuesta a esta doble carga no puede ser solo un aumento del gasto, sino una modificación estructural de la atención. Atención Primaria Reforzada: El primer nivel de atención debe fortalecer la capacidad resolutiva para la detección temprana, el manejo ambulatorio de las ECNT y la inclusión de servicios de salud mental en la consulta general, con enfoque comunitario. Modelos de Cuidado Crónico: que permitan el seguimiento continuo, la adherencia terapéutica y la educación para la autogestión de la enfermedad.

Las estrategias de salud pública deben abordar la interrelación entre las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) y la salud mental, promoviendo intervenciones multidisciplinarias desde la niñez ya que se observa alta prevalencia de problemas mentales en niños colombianos con enfermedades crónicas. El bajo presupuesto destinado a salud mental (apenas el 2% del presupuesto de salud, gran parte a hospitales psiquiátricos) debe reorientarse hacia la atención primaria y el recurso humano especializado (psicólogos y psiquiatras) debe distribuirse estratégicamente para cerrar la brecha de atención.

La inversión económica en estos frentes no es solo un imperativo ético, sino una estrategia de sostenibilidad fiscal y social. Colombia debe prepararse para una población que vivirá más.

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