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Mesas de negociación o tribunas para enaltecer bandidos

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Resumen

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Bajo la idea de la Paz Total se empezaron a trabajar aspectos que se creían esenciales e ineludibles para llegar a acuerdos con los grupos armados que delinquen en Colombia y que buscan acogerse a la mano tendida que les ofrecen el Gobierno y la sociedad colombiana.

Pero todas estas buenas intenciones generadas en la teoría se han diluido, de a poco, en la práctica porque quienes dicen ser alzados en armas, no aceptan nada de lo propuesto por el Gobierno y creen que tienen el poder, armado y político, para imponer condiciones y pujar para que el Estado se arrodille ante sus intenciones.

Lo visto hasta ahora es que ninguno de esos grupos tiene la intención de dejar las armas, de acogerse a un acuerdo que los lleve a la civilidad y a trabajar por el bienestar de la patria desde otros frentes y en legalidad.

No es en vano el esfuerzo realizado desde la sociedad colombiana, países garantes y Gobierno nacional, para pacificar el país, pero el negocio de la cocaína y otras drogas que empiezan a emerger en el mapa nacional, así como carteles internacionales que se han afincado en el territorio local, para adueñarse de rutas de exportación, hacen que cada vez la Paz Total se vea muy lejana.

Esas mesas de negociación que ha instalado el Presidente Gustavo Petro Urrego, con diferentes grupos delincuenciales, pareciera que se han convertido en tribunas para enaltecer bandidos, inclusive han reaparecido algunos que se habían anunciado como neutralizados por las Fuerzas Armadas, en el gobierno de Iván Duque.

Para agilizar esas negociaciones, que se hacen eternas, entre el tire y el afloje, deberían establecerse manuales de condiciones, de lado y lado, y una vez puestos de acuerdo, sí buscar la dejación de las armas, pero con una real decisión e intención para respetar lo pactado.

Además, hay que poner a caminar el acuerdo realizado con las FARC, porque su implementación no se hizo en los tiempos y con la prontitud que se requería y ese mal ejemplo está sobre esas mesas de negociación, cuyos representantes de los grupos armados, desconfían que tampoco se les cumpla lo que se acuerde, como ha sucedido con el tratado de paz que firmaron el Expresidente Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño, ‘Timochenko’, en representación de las FARC.

Colombia es el único país que tiene un conflicto armado interno y que no ha podido parar, porque existen intereses creados, desde muchos frentes, ya que la guerra es un negocio y son muy pocos los que se benefician dentro del país, pero si hay enormes tentáculos en el exterior que la alimentan y atizan para que sigamos matándonos entre hermanos.

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