Resumen
El sistema de transporte público de Bucaramanga, Metrolínea, ha enfrentado problemas debido a la mala gestión y corrupción. Actualmente, las estaciones están en mal estado y el servicio es insuficiente. El alcalde actual intenta salvar el mal diseñado sistema con pocos recursos.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Cuando hace catorce años, un 22 de diciembre de 2009 empezaron a rodar los primeros buses articulados por el carril exclusivo del denominado nuevo sistema de transporte masivo en Bucaramanga, con el rimbombante nombre de Metrolínea, las voces de inconformismo mantenían el eco sonoro y rítmico que se levantó desde cuando en 2004 se empezó a construir su carril exclusivo.
El futuro halagüeño y las altisonantes proyecciones económicas hacían saltar candela de sus manos a quienes se las frotaban, impelidos por la codicia al ser partícipes del moderno transporte público, individuos cuyos ojos les giraban como caja registradora que acumulaba dólares.
Esa codicia fue la misma que los hizo desoír las voces sabias que aconsejaban un transporte masivo, pero en otro diseño, rutas y logística. Pero como la política, derroche y corrupción van de la mano, se favorecieron sectores y personajes que nada tenían que ver con la masificación del transporte público y se construyeron estaciones a la par que la vía por donde empezaban a circular derroche y putrefacción.
Ahora las voces reclamantes y los dedos inhiestos que señalan culpables y no aportan soluciones, se han convertido en el decorado de una ciudad que desbordó toda capacidad de una movilidad decente, porque no hay vías, el transporte público se mueve en unos diez raquíticos y destartalados articulados que son alimentados por unas ‘cafeteras’ -por la humareda que expelen al quemar ACPM- que hace decenios cumplieron su vida útil y de gloria.
En cualquier ciudad que se respete nada se respeta. En Bucaramanga, así como irrespetaron a los consejeros para un Metrolínea de otra forma, ahora se vandalizan las estaciones, muchas de ellas cerradas e inservibles, otras desaseadas y tétricas a cualesquiera horas del día y sin dinero para reconstrucción.
El Alcalde, Jaime Andrés Beltrán, ahora se ha empeñado en salvar este sistema mal diseñado y convertido en un verdadero exterminador de capitales. Dineros que se deben escarbar, moneda a moneda, para saber en que alforjas cayeron ‘por accidente’ y no se invirtieron en el cometido inicial para el cual estaban destinados.
Es curioso que, de labios para afuera, muchos políticos santandereanos, de la bancada parlamentaria, pregonan que Metrolínea tiene solución, pero cuando se les pide unidad, compromiso, respaldo, soluciones, propuestas y presencia, para ir ante el Gobierno Nacional y el Ministerio de Transportes a pedir recursos para revivir ese muerto que se mueve sobre ruedas quejumbrosas, entonces esgrimen todas las excusas posibles para escurrirle el bulto a sus obligaciones como representantes del pueblo santandereano.
Pero no sólo es Bucaramanga la perjudicada con este ‘elefante verde’ su Área Metropolitana también sufre las consecuencias de la improvisación y pereza de los dirigentes para voltear la torta y buscar un cambio.
La propuesta es que esos municipios sin dinero, pongan una cuota mensual para subsidiar el sistema, pero no tienen dinero para necesidades más apremiantes, menos aún para inoculárselo a un desahuciado que tiene, en toda su ruta, a un cura presto para aplicarle los oleos de su liquidación.