Monitoreo de la CAS revela impactos positivos del Día Sin Carro y Sin Moto

Monitoreo de la CAS revela impactos positivos del Día Sin Carro y Sin Moto

Resumen

La jornada del Día Sin Carro y Sin Moto en San Gil permitió a la CAS medir con precisión la calidad del aire y ruido, demostrando mejoras ambientales. El monitoreo destacó la efectividad del ejercicio para promover un entorno más saludable y un futuro sostenible.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
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by Andrés Quijano

En medio del movimiento ciudadano que promueve formas sostenibles de movilidad y la protección del entorno, San Gil vivió una jornada clave el pasado jueves 24 de julio: el Día Sin Carro y Sin Moto. Una iniciativa que no solo buscó reducir el uso de vehículos motorizados, sino que también fue el escenario perfecto para que la Corporación Autónoma Regional de Santander (CAS) desplegara un riguroso ejercicio técnico de medición ambiental que dejó cifras significativas sobre la calidad del aire y el ruido en esta localidad santandereana.

Una jornada para medir el pulso ambiental

A través del equipo técnico de la Subdirección de Autoridad Ambiental, la CAS realizó un monitoreo comparativo entre el miércoles 23 de julio, con tránsito vehicular normal, y el jueves 24, cuando se restringió la circulación de automotores en la ciudad. Esta comparación permitió evaluar la variación en los niveles de contaminación del aire y del ruido, y confirmar si la jornada sin vehículos tuvo efectos ambientales reales en el entorno urbano de San Gil.

El ejercicio, lejos de limitarse a una observación superficial, utilizó herramientas de última tecnología. La estrella del proceso fue la Microestación Inteligente para Monitoreo Ambiental STAIRMIK, un sistema portátil de alta precisión equipado con sensores capaces de identificar partículas en el aire y gases contaminantes, así como variables climáticas como temperatura y humedad.

¿Qué se respira en San Gil?

Los análisis se centraron en las partículas PM —abreviatura de “particulate matter”— que representan materiales sólidos o líquidos suspendidos en el aire. Las más conocidas, las PM10, suelen provenir del polvo de las vías sin pavimentar o del polen; pero las PM2.5, PM4 y PM1 son mucho más finas, derivadas principalmente de la combustión de combustibles fósiles como la gasolina o el diésel, y son las más peligrosas para el sistema respiratorio, ya que pueden alcanzar hasta los alvéolos pulmonares.

Además, se midieron gases como el dióxido de nitrógeno (NO₂), común en las emisiones vehiculares; el dióxido de azufre (SO₂), ligado a procesos industriales; el ozono troposférico (O₃), que no se emite directamente pero se forma a partir de otros contaminantes con la luz solar; y el dióxido de carbono (CO₂), que además de ser uno de los principales gases de efecto invernadero, proviene de múltiples fuentes humanas.

Estos datos permitirán a la CAS tener una línea base para entender qué tanto afecta el tránsito vehicular la calidad del aire sangileño, y cómo las decisiones de política pública podrían mitigar esos impactos en el largo plazo.

El ruido también bajó

Aunque de forma leve, también se registró una disminución en los niveles de ruido ambiental. De acuerdo con la medición realizada por la CAS en un punto estratégico del casco urbano, se pasó de 70,01 decibeles en un día con tráfico normal a 69,15 decibeles durante la jornada sin automotores. La diferencia de 1,24 decibeles puede parecer mínima, pero representa una señal de cambio en la dinámica sonora de la ciudad, especialmente si se tiene en cuenta que el ruido constante, aunque no siempre perceptible, genera efectos nocivos en la salud mental y física de las personas.

Estas cifras fueron registradas siguiendo los lineamientos de la Resolución 627 de 2006 en lo relacionado con los niveles de ruido y la Resolución 2254 de 2017 para los contaminantes atmosféricos. Su cumplimiento es clave para garantizar entornos urbanos más saludables y para guiar las acciones futuras en materia de regulación ambiental.

Articulación institucional para un futuro más limpio

La jornada de medición ambiental se dio en el marco de un proceso de articulación entre la CAS y la administración municipal de San Gil, cuyo propósito es establecer un plan de acción conjunto para combatir la contaminación atmosférica y auditiva. Este ejercicio interinstitucional no solo permite registrar datos técnicos, sino que fortalece la toma de decisiones informadas que beneficien a toda la ciudadanía.

Una vez se consoliden todos los resultados, la CAS publicará un informe oficial que será entregado a la Alcaldía de San Gil y compartido con la comunidad en general. El objetivo es que este documento se convierta en un insumo clave para la formulación de políticas públicas en movilidad sostenible, urbanismo verde y protección de la salud colectiva.

Una experiencia que invita a la reflexión

Más allá de los números, la jornada del Día Sin Carro y Sin Moto dejó una reflexión profunda: es posible imaginar una ciudad menos ruidosa, con aire más limpio y espacios públicos más seguros. Si bien el cambio no será inmediato ni absoluto, ejercicios como este permiten avanzar hacia una transformación cultural en la que los ciudadanos comprendan que su manera de movilizarse tiene un impacto directo sobre el ambiente que los rodea.

San Gil, reconocido por su riqueza natural y su atractivo turístico, puede dar ejemplo a otros municipios de Santander y del país. Reducir el uso de automotores, promover el transporte activo —como la caminata o la bicicleta— y fomentar el uso de tecnologías limpias son acciones que, sumadas, construyen territorios más resilientes y adaptados al cambio climático.

Rumbo a una movilidad sostenible

La experiencia de San Gil con el monitoreo ambiental de la CAS durante el Día Sin Carro y Sin Moto no es un hecho aislado, sino parte de una tendencia nacional e internacional que busca transformar la relación entre las personas y el transporte. En un mundo donde los problemas de salud respiratoria, el estrés urbano y el calentamiento global se hacen cada vez más evidentes, este tipo de jornadas representan pequeños pero contundentes pasos hacia un futuro más habitable.

El reto, ahora, es convertir estos ejercicios puntuales en políticas sostenidas, donde la evidencia científica se traduzca en acciones permanentes. La CAS, en articulación con las autoridades locales, ha dado un primer paso valioso: medir, registrar y comunicar los impactos. Corresponde ahora a la ciudadanía y a los gobiernos seguir el camino hacia una San Gil más verde, más sana y más consciente.

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por Andrés Quijano
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