Resumen
El presidente Petro rechazó en la madrugada, vía X, la llegada de aviones estadounidenses con migrantes colombianos, generando una crisis diplomática. Sus impulsivas decisiones y tuits a deshoras ponen en riesgo las relaciones exteriores de Colombia.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Una de las series que más disfruto es Cómo conocí a su madre. En un capítulo, Ted les dice a sus hijos que nada bueno sucede después de las dos de la mañana. Es un consejo que, sin duda, debería considerar el presidente Petro. Las declaraciones presidenciales, y más las de carácter diplomático, no pueden hacerse por X a las tres de la madrugada.
El pasado domingo, quienes seguimos de cerca los temas de política exterior despertamos con una noticia preocupante, el presidente Petro había decidido, vía X, rechazar la llegada de dos aviones militares estadounidenses con migrantes colombianos en condición irregular. ¿Por qué tomar una decisión de esa magnitud en plena madrugada? Días antes, Claudia Sheinbaum, en México, había anunciado que no recibiría un vuelo con migrantes de diversas nacionalidades, excepto mexicanos. Parece que Petro intentó seguir su línea. Sin embargo, hay una diferencia fundamental: mientras el vuelo hacia México incluía personas de toda Latinoamérica, los aviones dirigidos a Colombia solo traían colombianos.
Y aquí surge la pregunta clave: ¿por qué un presidente que tanto habla de dignidad decide negar la entrada a sus propios ciudadanos? Personas que, probablemente, venían en condiciones deplorables y cuya única esperanza era regresar a su tierra. En lugar de recibirlos con el respeto que merecen, Petro prolongó su sufrimiento, condenándolos a volver al punto de partida.
En este caso, Petro mordió el anzuelo. Trump, buscaba usar a alguien como ejemplo en el manejo de migración, y Petro se prestó para el juego. La ironía es amarga: el presidente que promete dignidad terminó alineándose con una narrativa que históricamente ha sido humillante para los países latinoamericanos. Respetar la soberanía de otro país, como Estados Unidos, no significa debilidad ni “arrodillarse”, como algunos defensores del presidente insisten en redes sociales. Es, sencillamente, entender que todas las naciones, incluida la nuestra, merecen que se respete su autodeterminación, así no estemos de acuerdo con sus políticas.
El presidente de Colombia, guste o no, no tiene autoridad para inmiscuirse en las decisiones soberanas de otro país, de la misma forma que ningún mandatario extranjero ha intervenido directamente en las decisiones de su gobierno. Gobernar con respeto por la soberanía ajena no implica temor ni sumisión; es actuar con la seriedad, el tacto y la responsabilidad que exige el cargo más importante del país.
Señor presidente, usted ya no es un candidato en campaña. Sus palabras, especialmente en plataformas como X, tienen consecuencias reales para los 55 millones de colombianos que representa. Que sus propios ministros ignoren sus trinos de madrugada no significa que el resto del mundo lo haga. Gobernar no es lanzar impulsos emocionales a deshoras; es planificar, pensar y decidir con cabeza fría.
Respecto a Laura Sarabia, quien en unos días asumirá como canciller, no puedo evitar preguntarme si está preparada para liderar una cartera tan importante como la de Relaciones Exteriores. Es claro que esta primera crisis diplomática, podría ser una premonición de los retos que enfrentará. Pero no basta con lealtad para desempeñar un cargo de esta magnitud: hacen falta experiencia y formación, especialmente en un gobierno que, hasta ahora, ha acumulado más desaciertos que logros.
Finalmente, no podemos ignorar lo que está ocurriendo en el Catatumbo. La validación que su gobierno ha dado al régimen de Maduro ha fortalecido la presencia del ELN en nuestro país, comprometiendo la seguridad y la soberanía nacional. Es hora de que el presidente saque la cabeza de su burbuja y mire con seriedad las consecuencias de sus actos. Gobernar no es improvisar, ni responder a caprichos personales; es trabajar por el bienestar de los 55 millones de colombianos que esperan liderazgo y claridad.
Señor presidente, nada bueno pasa a las dos de la mañana.