País desmemoriado
Resumen
La memoria es crucial para conservar la identidad de una cultura y honrar a las víctimas del conflicto. En Colombia, la falta de reconocimiento y olvido de estos hechos es alarmante.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
La mayoría de las culturas desarrolladas entienden la importancia de construir su identidad a través de la memoria, la soberbia hace que algunos Estados se olviden de la memoria y de sus víctimas, no necesariamente quien puede contar la historia, está honrando la memoria. En España las heridas de la guerra civil y el franquismo aun interminables, en Ruanda después del genocidio de 1994, buscan reconocer que, si existe violencia étnica en ese país, y a partir de ese hecho cerrar heridas, el trabajo de los memorialistas en Camboya es arduo para encontrar los archivos y testimonios que sobreviven del régimen de los Jemeres Rojos, en Argentina las Abuelas de la Plaza Mayo usan la memoria para buscar justicia, en Colombia, las Cuchas tenían Razón.
Nuestro país no solo ha vivido la tragedia del conflicto armado, la tragedia es más grande cuando se niega lo que ha pasado, existen varias medidas para dignificar la memoria de las víctimas y sus familias, en nuestra ciudad, hace ya algún par de años, se encuentra en el olvido el monumento de los 19 comerciantes que en octubre de 1887 fueron desaparecidos por paramilitares en Puerto Boyacá, si usted le pregunta a los estudiantes del colegio Escuela Normal Superior de Bucaramanga, para que sirve esta obra y que significa, van a decir que sirven para tendedero de ropa de alguna familia venezolana, o en peor de los casos, un sitio de consumo de sustancias psicotrópicas.
El trato a la memoria de las víctimas o los mártires de nuestro país no es el fuerte de nuestra sociedad, duraron décadas en aceptar que el magnicidio de Luis Carlos Galán tenía un trasfondo político y que el cartel de Medellín no era el único que necesitaba acabar con la vida del candidato presidencial, mientras que los determinadores que pertenecían al Partido Liberal miraban para otro lado. No tenemos que ir muy lejos, recordemos el asesinato del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, ese magnicidio lo capitalizó su propio partido como un hecho político, en su sepelio las precandidatas se encontraban “en situación”, con micrófono en la chaqueta a la espera de capitalizar cualquier lagrima en favor de su campaña, después, lo sucedido con Miguel Uribe Londoño padre y el precandidato Abelardo de La Espriella es escandaloso y bochornoso.
Las madres de las víctimas de falsos positivos, no solo han tenido que soportar la perdida de sus hijos, también han tenido que soportar el matoneo del Representante a la Cámara, el joven raizal Miguel Abraham Polo Polo, tiró en bolsas de polietileno negras la exposición llamada “mujeres con las botas bien puestas”, manifestación artística que le daba cumplimiento a la sentencia de la H. Corte Constitucional T-325 del año 2025 que busca amparar los derechos a las verdad y las víctimas del conflicto armado, en este caso, las madres que perdieron a sus hijos en las ejecuciones extrajudiciales conocidas como falsos positivos.
El Representante a la Cámara es un activo militante de la campaña presidencial del abogado de La Espriella, y como suele pasar en campaña electoral, no desaprovecha la oportunidad para que su inasistencia en un acto de reparación y para el de retractación, quiera convertirlo en un irreverente hecho político, acto que valida la naturaleza del parlamentario, pero desconoce y anula la de los demás, joven que simpatiza con su propio negacionismo y que va en contra vía de una orden judicial, desconociendo la separación de poderes y a la administración de justicia, desafortunado acto de un servidor público que en el momento de su posesión juro actuar como parlamentario, respetando la Constitución Política y la ley.