Resumen
El presidente Gustavo Petro Urrego denunció que sectores de la opinión pública planean un atentado contra su vida, aunque los servicios de seguridad han desestimado esta amenaza. Tras su posesión en 2022, Petro promovió una política de unidad nacional, pero enfrentó desacuerdos y desafíos internos.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Escuchando las malas intenciones que tendrían algunos sectores de la opinión pública nacional que, según el presidente de la República, Gustavo Petro Urrego, le estarían preparando un juicio popular y un atentado contra su vida, valdría la pena señalar que los servicios de seguridad del mismo gobierno lo han rectificado ante el posible caso de un magnicidio, que mancharía las páginas de la democracia colombiana, que juraron defender.
Reconociendo que Petro fue guerrillero del Movimiento Diecinueve de Abril, llamado a la transformación de sus ideales políticos mediante un proceso de paz liderado por el expresidente César Gaviria Trujillo, para convertirse en un gran parlamentario, como evidentemente lo fue entre 1991 y 1996, era obvio que hiciera un acto de contrición y un alto en el camino de su mala vida pasada, para colocarse al servicio de las grandes transformaciones nacionales.
En su discurso de posesión como presidente de la república hace dos años, Gustavo Petro Urrego destacó los criterios de una política nacionalista y desarrollista, Hasta mencionó en aquella fecha memorable del 7 de agosto de 2022 algunas de las frases del caudillo conservador Álvaro Gómez Hurtado (q.e.p.d.) que sería el gran maestro de la sana filosofía política y a quien mantuvieron en cautiverio sus copartidarios del Movimiento Diecinueve de Abril, hasta que lo obligaron a redactar en cautiverio el texto del Acto Legislativo número Uno de 1986, que pretendía establecer en Colombia, por primera vez, la elección popular de alcaldes.
A quienes hemos permanecido siempre al lado de las banderas y principios filosóficos del gran partido conservador colombiano, el discurso de posesión del presidente Gustavo Petro hace dos años, lo recibimos con respeto y resignación, porque pregonaba una ‘Política de Unidad Nacional’ que duró cuatro meses, por los malos consejos que le dieron los congresistas del denominado ‘Pacto Histórico’, -- algunos de ellos comunistas --, que decían odiar a la ‘oligarquía nacional, liberal y conservadora’.
Como ocurre en Francia y en otras democracias del mundo civilizado, pensamos que con Gustavo Petro, -- guerrillero colombiano arrepentido de sus veleidades, de sus desaciertos y fracasos --, podía iniciarse en Colombia una etapa de ‘coexistencia pacífica’ entre las fuerzas de derecha y los arribistas de la izquierda democrática, una fórmula sabia que se inventó el General Charles De Gaulle, después de la ‘Conferencia de Yalta’, donde se habían firmado los acuerdos de paz que pusieron fin a la segunda guerra mundial, según la cual podían compartir el poder las mayores expresiones parlamentarias de diferentes tendencias, como evidentemente ocurrió con la designación del alcalde comunista de París, el señor Jen Paul Sartre, en estrecha alianza con el presidente Charles De Gaulle.
Cuatro meses del periodo de gobierno le bastaron a Gustavo Petro hace dos años para la aprobación de una reforma tributaria, que suscribieron y apoyaron casi todas las bancadas del parlamento colombiano, con ministros conservadores como el abogado santandereano Guillermo González Reyes y liberales, como Guillermo Gaviria. Los congresistas más inútiles del denominado ‘Pacto Histórico’, haciendo alarde del poder presidencial, prefirieron el monopolio del poder para conducir a Colombia al desastre en que actualmente se encuentran sus instituciones, en medio de los peores fenómenos de corrupción que haya conocido el país.