Política migratoria de Estados Unidos pone en grave peligro a la humanidad
Resumen
El endurecimiento de las políticas migratorias en EE.UU. y Europa muestra un aumento sistemático del rechazo a migrantes, especialmente latinos. La falta de políticas de integración y la retórica populista promueven discursos de odio, afectando la cohesión social.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
La xenofobia global se ha convertido en fuerza dominante, no en excepción circunstancial y tras la creación de una cárcel especial para migrantes en Estados Unidos y el aumento drástico de expulsiones demuestran un endurecimiento sistemático contra los migrantes, en especial si son latinos
El rechazo a personas que llegan en busca de seguridad dejó de ser anomalía para institucionalizarse. En América Latina el cierre de puertas se traduce en un incremento exponencial de rechazos de visado y alzas arbitrarias en las tarifas.
Para muchos Estados Unidos está en su derecho, pero si miramos el detalle y no el bulto, nos daremos cuenta de que la cuestión migratoria exige de una reflexión profunda y especifica, no de retórica vacía.
Europa registra impulsos semejantes, porque el endurecimiento de los controles fronterizos desplazó a la convivencia a zona de tensión. Ejemplo de ello fue el ataque contra un anciano en España, lo cual derivó en protestas de hordas violentas que armadas de palos y barras de metal, utilizaron eso de pretexto para saquear comercios.
Los Gobiernos fallan en respuestas claras a inquietudes ciudadanas. La ausencia de comunicación didáctica y de políticas públicas firmes creó terreno abonado para discursos de odio.
El espacio de libre circulación europeo perdió cohesión práctica. Varios Estados rompieron acuerdos de asilo, endurecieron requisitos de reagrupación familiar y retomaron patrullajes fronterizos con actitud agresiva contra los migrantes.
En el Reino Unido, un viraje discursivo simuló unidad nacional, pero alimentó rispidez contra migrantes ante presiones populistas, emanadas de personaje que hablan de comunidad, pero con postura de ultraderechistas a ultranza.
El mensaje en esa Nación de que se transformaba en “isla de extraños” amplificó barreras sociales. Al mismo tiempo, otros Gobiernos, en Europa, mantienen postura de puertas abiertas, con política de migración ordenada y regulada avalada por indicadores de crecimiento.
Los migrantes constituyen porcentaje significativo de la fuerza laboral y del incremento del producto interno bruto. Sin inmigración resulta inconcebible el dinamismo económico observado en los últimos años, tanto en los Estados Unidos como en Europa.
La realidad demuestra contribución decisiva en creación de empleos formales y sostenimiento de sectores productivos, no obstante, percepciones inducidas por voces extremistas calaron en los ciudadanos nacionalistas y en la Policía encargada de redadas que tratan a los migrantes peor que a animales.
Frente a esta encrucijada, resulta imprescindible tratar la inmigración como asunto de Estado. Se requieren políticas de integración basadas en formación laboral, vivienda digna y acceso equitativo a servicios públicos, porque el ser humano es habitante del mundo entero.
Es urgente impulsar una gran cooperación internacional para gestionar flujos migratorios y sancionar discursos xenofóbicos que inciten al odio, además, es imprescindible transformar la narrativa, aunque eso demande rigurosa responsabilidad institucional y compromiso social.
Una democracia sólida no admite titubeos, porque defender la dignidad humana constituye la única vía sostenible y civilizada.