Preocupante dato: el 50 % de las Pymes en Bucaramanga se endeudan para sobrevivir
Resumen
El análisis de la GEM por ANIF revela que el 50% de las Pymes en Bucaramanga se endeudan para sobrevivir, usando créditos para gastos operativos en vez de crecer. Este endeudamiento defensivo compromete su sostenibilidad y limita el desarrollo económico a futuro.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Un reciente análisis económico de la Gran Encuesta a las Microempresas (GEM), realizado por ANIF, ha puesto en evidencia un escenario alarmante para el tejido empresarial de Bucaramanga. La advertencia es contundente: si las pequeñas y medianas empresas (Pymes) de la ciudad no retoman el control sobre su endeudamiento, al menos la mitad de ellas podría enfrentar serios problemas de sostenibilidad en el corto y mediano plazo.
Por Camilo Ernesto Silvera Rueda - Redacción Política / EL FRENTE
Uno de los hallazgos más preocupantes es que, aunque solo el 40 % de las Pymes en Bucaramanga han accedido a crédito formal, una gran parte de ellas está usando estos recursos no para crecer, sino para sobrevivir. Es decir, están destinando los préstamos a cubrir gastos operativos básicos —como nómina, arriendos o servicios— en lugar de invertir en tecnología, expansión o innovación. Este comportamiento, conocido como endeudamiento defensivo, es una señal de alerta para el futuro del aparato productivo local.
Lia Heenan, socia directora de Global Corporate Advisory en Crowe Co., lo resume así: “Hoy más que nunca las compañías deben anticipar, diversificar y protegerse para convertir la deuda en motor de crecimiento, no en riesgo financiero”.
El informe del Pacto por el Crédito, supervisado por la Superintendencia Financiera, confirma esta tendencia: el 58,1 % del crédito empresarial entre enero y mayo de 2025 se concentró en deuda de corto plazo, revelando que la prioridad ha sido mantener la liquidez frente a un contexto de incertidumbre económica.
Este comportamiento ha generado un efecto dominó: las inversiones a largo plazo se han frenado, y con ello también se ha desacelerado la modernización, la digitalización y la expansión de las empresas. La consecuencia es clara: se está comprometiendo el crecimiento futuro del sector productivo, en especial en áreas como manufactura, servicios y comercio.
Los datos detrás de la crisis silenciosa
Entre octubre de 2023 y octubre de 2024, el crédito comercial se desaceleró del 5,6 % al 3,3 %, mientras que el Indicador de Cartera Vencida (ICV) aumentó del 3,7 % al 3,9 %, según cifras de la Superintendencia Financiera. Estos datos reflejan que más empresas están teniendo dificultades para pagar sus deudas, mientras que menos están obteniendo recursos nuevos para operar o crecer.
A esto se suma que el saldo en créditos de corto plazo aumentó un 87 % entre 2020 y 2024, pasando de $71,8 billones a $134,2 billones. Sin embargo, ese incremento no se ha traducido en aumentos proporcionales de productividad ni en innovación empresarial.
“Endeudarse no es el problema. El riesgo aparece cuando el crédito solo cubre huecos y no se vincula a proyectos con retorno claro”, advierte Heenan.
Cuando la deuda reemplaza la inversión
El impacto de este tipo de endeudamiento ya se refleja en decisiones empresariales críticas. Por ejemplo, una empresa de confecciones en Medellín aumentó su proporción de ingresos destinados al pago de deuda del 11 % en 2022 al 19 % en 2025, lo que la obligó a frenar contrataciones y aplazar inversiones en maquinaria. En Barranquilla, una startup tecnológica suspendió su expansión internacional hacia Ecuador después de que su tasa de interés subiera del 16 % al 23 % en menos de un año.
Estos casos, aunque ubicados fuera de Bucaramanga, ilustran claramente un fenómeno que se replica en la capital santandereana, donde muchas Pymes no cuentan con reservas suficientes para resistir ciclos prolongados de crédito caro y baja demanda.
Aunque el Banco de la República ha bajado su tasa de intervención en 400 puntos básicos —de 13,25 % en diciembre de 2023 a 9,25 % en julio de 2025—, el efecto en el sistema financiero ha sido limitado. La transmisión de esa reducción a las tasas que pagan las empresas ha sido lenta e insuficiente, especialmente para aquellas sin garantías sólidas o historial crediticio consolidado.
La mayoría de las Pymes siguen enfrentando condiciones restrictivas de acceso a crédito, con exigencias altas y costos financieros que limitan su capacidad de maniobra.
¿Qué escenarios enfrenta el sector empresarial en Bucaramanga?
Heenan cierra con una reflexión estratégica para el empresariado local: “Las tasas bajarán eventualmente, pero las compañías que sobreviven no son las que esperan, sino las que se preparan. El control de deuda no puede depender del mercado: debe ser parte de la estrategia empresarial”.
El análisis deja claro que el problema no es la deuda, sino su uso improductivo. Si Bucaramanga quiere evitar un colapso de su tejido empresarial más vulnerable, es urgente que las Pymes replanteen su estrategia financiera y que se avance en la ejecución de políticas públicas efectivas para promover el crédito productivo, fomentar la inversión y proteger el empleo.
La próxima década dependerá en gran parte de lo que ocurra ahora con la deuda que crece, pero no transforma.
Según Heenan, las empresas deben prepararse para dos posibles rutas hacia finales de 2025:
Escenario negativo: tasas altas prolongadas
· Mayor presión sobre las Pymes, con más dificultades de acceso a crédito.
· Congelamiento de inversiones estructurales en sectores clave como agroindustria y manufactura.
· Aumento de la morosidad y de los procesos de insolvencia o fusiones forzadas.
· Reducción del empleo formal y pérdida de competitividad regional.
· Escenario positivo: baja gradual de tasas y crédito productivo
· Reactivación de líneas de financiamiento a largo plazo.
· Impulso a sectores como construcción, energía renovable, exportaciones y logística.
· Mejora en la productividad de las empresas que hayan reestructurado su deuda y fortalecido su liquidez.
Seis acciones estratégicas para
retomar el control financiero
1. Renegociar condiciones a tiempo. Anticiparse permite obtener mejoras en plazos y tasas, sin esperar a entrar en mora.
2. Diversificar fuentes de financiamiento. Factoring, confirming, crowdfunding, bonos privados o fondos de deuda privada pueden ofrecer mejores condiciones que la banca tradicional.
3. Protegerse con instrumentos financieros. Swaps o forwards son herramientas útiles para mitigar el riesgo de tasas o devaluación.
4. Monitorear indicadores clave. EBITDA, cobertura de intereses, liquidez y ratio deuda/patrimonio deben guiar las decisiones de financiamiento.
5. Asegurar que toda deuda tenga retorno claro. Cada obligación debe responder a una mejora operativa o de ingresos medibles.
6. Vincular a un inversionista/accionista estratégico. Pueden aportar el capital de trabajo necesario, conocimiento estratégico y de mercado, mejores prácticas y know how, así como acceso a créditos estructurados que acompañen el ciclo del negocio.
“Un pasivo mal estructurado es como un impuesto oculto: reduce margen, limita decisiones y presiona la liquidez. La disciplina financiera no es negociable”, enfatiza Heenan.