Resumen
El presidente Gustavo Petro es acusado de desprestigiar a las instituciones que le hacen frente, usando información manipulada. También se le critica por lanzar discursos de deslegitimación y subversivos, y desafiar la legalidad del Consejo Nacional Electoral.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)El presidente Gustavo Petro no pierde oportunidad para desprestigiar, con información manipulada, a cualquier institución que les ofrezca un contrapeso a sus caprichos. Aprovechándose de la irresponsabilidad de algunos miembros del Consejo Nacional Electoral, insiste en su discurso de que hay un golpe de Estado en curso y en su contra, pero ahora dirige sus objetivos perversos contra una alta Corte que es el Consejo de Estado. En un comunicado publicado en su cuenta de X, con redacción confusa y lamentable ortografía, el presidente Petro sucumbe a sus instintos de tuitero, lanza frases peligrosas, deslegitima la institucionalidad y llama al pueblo a “ir por el poder”, a las calles en tono subversivo.
El Consejo Nacional Electoral no es el juez natural del presidente Petro y no puede destituirlo de su cargo. Eso lo establece la normativa colombiana, y sí, también lo dice una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos contra nuestro país. Lo que sí puede, y no le gusta al mandatario, es investigar la financiación de su campaña electoral, donde recaudó sumas millonarias y de dudosa procedencia, los montos que se reportaron y se dejaron de reportar, y tomar decisiones sobre los involucrados, incluyendo, si es el caso, una remisión a la Comisión de Acusación de la Cámara de Representantes. Eso no es un golpe de Estado, es la muestra de que en nuestro país nadie está por encima de la ley.
Sin embargo, el presidente Petro ve con molestia que cualquier persona repita lo que acabamos de decir. Si no se circunscriben de manera absoluta a sus puntos de vista, todos hacemos parte de una conspiración. Lo hizo ahora con el Consejo de Estado. En su publicación en X, escribió: “En aquel entonces el Consejo de Estado estuvo del lado progresista y respaldó en todo a la Convención Americana de Derechos Humanos. Esta vez pareciera que volvió a manos de Ordóñez”. Faltaba más. Una alta corte deslegitimada en su integridad solo porque su presidente se atrevió a decir que en curso no hay un golpe de Estado. Eso no es respetar la división de poderes ni enaltecer el rol de presidente de la República.
Un presidente necesita cabeza fría y ser consciente de su propia influencia. Las palabras importan, sus convocatorias también. Tener a una alta Corte contra las cuerdas e insistir en discursos beligerantes no es unir al país, sino seguir incendiando los odios y la polarización que está destruyendo las instituciones democráticas. Si bien es necesario denunciar, como hemos hecho, cualquier abuso de poder contra la figura presidencial y su movimiento político, también es esencial que este tipo de mensajes sean rechazados. La institucionalidad no puede estar en la tormenta de las de peleas contra las distintas ramas del poder público.