Que daño hicieron los contratistas de la Plaza Cívica ‘Luis Carlos Galán’

¿Cuánto valdrán las indemnizaciones que reclaman los comerciantes de la zona histórica de Bucaramanga, donde hace dos años, durante la administración del exalcalde Juan Carlos Cárdenas Rey, de ingrata recordación para los buenos y honorables ciudadanos que tuvimos que padecerlo,  se iniciaron unas obras de remodelación y de supuesta restauración, que empiezan a deteriorarse por la mala calidad de los materiales colocados alrededor de la Academia de Historia de Santander, del Edificio Los Castellanos, de la Notaría Séptima de Bucaramanga, del Templo de San Laureano, del Palacio de Justicia, de la Gobernación de Santander, de la emblemática Casa Conservadora, de la Capilla de Nuestra Señora de los Dolores, de la Casa del Libro Total y de los cuarteles de la Policía Metropolitana?

Han pasado dos años de este calvario, que debemos padecer quienes teníamos derecho a desplazarnos hacia nuestros lugares de trabajo, por la carrera doce hacia las instalaciones del Diario EL FRENTE. La carrera doce con calles 33, 34, 35, 36 y 37, junto a la Academia de Historia, la denominada Casa de Bolívar, donde se quedaron hipotecados los sueños de quienes tuvimos la paciencia de esperar a que se cumplieran los plazos determinados en los documentos contractuales y donde se reajustaron y modificaron los diseños para justificar los millonarios reajustes en la contratación oficial, que aun no han sido investigados.

El ex alcalde Juan Carlos Cárdenas Rey destruyó las calles de la zona histórica de Bucaramanga y taponó las zonas de circulación vehicular, limitando el uso de la Plaza Cívica ‘Luis Carlos Galán’,que sigue siendo el espejo de la soberbia, de la ignorancia y de la mala administración de uno de nuestros peores alcaldes. Una mala herencia de lo que fue el peor de los errores en la elección de un mandatario, fanfarrón y mentiroso que, como los avestruces, sigue clavando la cabeza entre las arenas movedizas de la contratación oficial, porque se fue sin resolver los delicados problemas de su improvisación.

Hasta el Cura Párroco del Templo de San Laureano ha salido a protestar porque le cerraron las entradas de sus feligreses y por consiguiente las limosnas del culto se redujeron a su más mínima expresión. El funcionamiento de la Academia de Historia del Departamento de Santander está paralizado. La emblemática Casa Conservadora de la carrera doce números 41-20 no ha podido cumplir con sus programas de capacitación para sus líderes. La Universidad Uniciencia, sufriendo la polvareda permanente de sus calles y hasta la policía ha tenido que resignarse a las incomodidades de los escenarios de la plaza cívica ‘Luis Carlos Galán’, donde se realizaban las ceremonias de trasmisión del mando.

El nuevo alcalde Jaime Andrés Beltrán Martínez ha tenido que buscar nuevos préstamos bancarios para salvar a Bucaramanga de la bancarrota en que quedaron las finanzas de la alcaldía, con una deuda pública cercana a los cuatrocientos mil millones de pesos, después de que el ingeniero Rodolfo Hernández había saneado las finanzas del municipio. Solo que el ingeniero Rodolfo Hernández, con el cuento de convertir a Bucaramanga en un modelo de ciudad europea como Barcelona en España, redujo los espacios de la circulación de vehículos automotores, para invitar a los ciudadanos a movilizarse en bicicleta, lo cual se convirtió en otra locura para la movilidad en esta ciudad.