Resumen
El artículo destaca la importancia de las redes sociales como canal de expresión, utilizando el ejemplo de Sócrates Serrano, un polémico personaje en Twitter. Se insinúa que puede ser el ex secretario de desarrollo de Bucaramanga, Jorge Figueroa Clausen.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Si hay algo que ha cambiado al mundo, en cuanto a la libertad de expresión, han sido las redes sociales como Twitter, sin que nos acostumbremos aún a llamarla “X”. Esta red no deja de ser importante en las discusiones políticas ya que es el canal preferido por muchos para conocer de primera mano las opiniones de los políticos, empresarios, periodistas, científicos, artistas y todos los demás actores de la sociedad. Dentro de estos se encuentra un particular personaje conocido en nuestra región como Sócrates Serrano, o como diría Leszli Kálli, “una celebridad surgida de las entrañas de esta comarca”.
Desde su cuenta @Socrates1948 se ha metido con quien ha querido sin que le importen las incomodidades que eso le pueda generar a algunos, resaltando que la mayoría de sus opiniones están revestidas con un sarcasmo que solo puede surgir de una persona inteligente. En Bucaramanga no hay café donde no lo nombren ni tertuliadero político donde no lo madreen, así como tampoco concejal que no lo busque ni diputado que no lo guarde.
Dicen que a las cuentas falsas no hay que prestarles atención, pero la mordacidad de esta ha sido tan grande, que los mismos medios de comunicación y el propio gobernador de Santander han salido a debatir sus apreciaciones. Sócrates ha manifestado ser un pensionado de Ferrocarriles Nacionales que disfruta de su retiro en el bello municipio de Zapatoca, donde su mayor sufrimiento es no poder escuchar por las mañanas al profe Juan Manuel González o sentarse a tomar un tinto con Nacho Vega.
Sin embargo, son varias las voces que manifiestan que detrás de esta cuenta está Jorge Figueroa Clausen, el ex secretario de desarrollo de Bucaramanga en el gobierno de Rodolfo Hernández. Quitarle eso de la cabeza a sus amigos o enemigos no es una tarea que en lo personal quisiera asumir, y mucho menos cuando Jorge me ha tratado de la forma más desconsiderada posible, pero si quiero contarles una anécdota que le da luces al caso.
En una reunión en la oficina de Rodolfo, Figueroa se sentó a mi lado y dejó su teléfono sobre la mesa. Minutos después la pantalla se encendió y pude ver que decía: notificación de un nuevo tuit de Sócrates. Si él no fue quien lo escribió ¿Entonces quien lo publicó?
Cada cual podrá sacar sus propias conjeturas, respetables desde todo punto de vista, pero lo único cierto es que alguien en medio de su anonimato y con un café en la mano, debe estar muerto de la risa burlándose de una ciudad entera que sigue discutiendo si esos mensajes son de este o son de aquel.
Por ahora la única que sale bien librada de todo esto es Isabel Cristina Rincón, el amor platónico con el que Sócrates quisiera encontrarse algún día en una panadería de Zapatoca ¡Y quiera Dios que no la vea en chanclas!