Resumen
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
La escalada terrorista que se vive en el municipio de Jamundí, Valle del Cauca, ha hecho que el país retroceda a décadas anteriores donde los combates entre grupos criminales y el Ejército, así como los atentados a las estaciones de policía y las agresiones a la población civil, eran tema de todos los días y por eso los colombianos nos volvimos indolentes ante la guerra.
De nuevo se han recrudecido los combates, los muertos y los desplazamientos en territorio vallecaucano, una zona proclive para que se desarrollen todo tipo de conflictos por su cercanía al mar, por dónde sacan estupefacientes e ingresan insumos ilegales y, lo más preciado, armas para los grupos ilegales.
Causa extrañeza que el tan bien dotado de armas y tecnología Ejército nacional, no pueda entrar de lleno a pacificar la zona, acabar con los grupos ilegales y neutralizar a sus integrantes, como si tuvieran vedado el hacer respetar la ley apegados a la Constitución nacional.
Las palabras pronunciadas por el Ministro de Defensa, Iván Velázquez, ante los medios de comunicación en Bogotá, causaron más desazón en la población de Jamundí, porque están en medio de una guerra por el territorio, bajo ataque con drones y otro tipo de armas utilizadas por los criminales para causar terror y demostrar fuerza y poder.
“No vamos a bombardear campamentos donde haya niños”, expresó el Ministro. Lo grave de esto es que sí, tiene toda la razón, pero los grupos criminales han reclutado menores de edad en cantidades impresionantes, porque esos niños les sirven de escudo para no ser objetivo de las Fuerzas Armadas.
El Gobierno nacional debe parar esa guerra despiadada y garantizarles la vida, la seguridad y la tranquilidad a todos los colombianos. Es el momento de emplear toda fuerza y usar las capacidades militares para evitar que ese polvorín estalle en otras regiones del país, proclives a cultivos de coca, laboratorios de drogas e ingreso de armas.
Desde varios sectores de la sociedad se le reclama al Gobierno central su falta de acción contundente contra los grupos al margen de la ley, que ya no son guerrillas, sino verdaderas industrias del narcotráfico, apalancado en una enterrada Paz Total, cuyos acuerdos preliminares sólo sirvieron para darle aire a esos delincuentes y burlarse de todo lo acordado, para ganar terreno y fuerza de destrucción.
Las Fuerzas Armadas tienen sus armas para defender la vida, honra, bienes y libertad de la población, es cierto que en este conflicto fratricida nunca habrá vencedores ni vencidos, pero llegó la hora de ejecutar acciones definitivas y no quedarse a esperar a que todo el territorio nacional se le convierta, al Presidente Petro, en un lago de sangre.
