Resumen
El periodista estadounidense Evan Gershkovich fue sentenciado a 16 años de prisión en Rusia por cargos de espionaje, una acusación negada por el periodista y la Casa Blanca. Gershkovich es el primer periodista occidental acusado de espionaje en Rusia desde la era soviética.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Este viernes, un tribunal en Rusia sentenció al periodista estadounidense Evan Gershkovich a 16 años de prisión por cargos de espionaje, una acusación que el periodista, su familia y la Casa Blanca niegan categóricamente.
El juez Andrei Mineyev ordenó que el reportero del Wall Street Journal, de 32 años, cumpla su condena en una colonia penitenciaria de “régimen estricto”, según informó un periodista de la AFP presente en el tribunal de Ekaterimburgo.
Gershkovich fue detenido a finales de marzo de 2023 mientras realizaba un reportaje en esta ciudad de los Urales. La Fiscalía lo acusa de recolectar información sensible para la CIA sobre Uralvagonzavod, uno de los principales fabricantes de armas rusos, que produce los tanques T-90 utilizados en Ucrania. Estados Unidos cree que su arresto busca forzar un posible intercambio de prisioneros en medio de las tensiones entre Moscú y Washington por la guerra en Kiev.
El corresponsal del Wall Street Journal y exreportero de la AFP en Moscú ha estado detenido en Rusia por casi 16 meses. La audiencia de este viernes fue la tercera desde que comenzó el juicio el 26 de junio. La segunda sesión, originalmente prevista para agosto, se adelantó al jueves a petición de la defensa.
Gershkovich es el primer periodista occidental acusado de espionaje en Rusia desde la era soviética, lo que ha generado una ola de solidaridad en medios estadounidenses y europeos. Rusia ha admitido que está negociando su liberación, y el presidente Vladimir Putin ha mencionado el caso de Vadim Krasikov, encarcelado en Alemania por un asesinato ordenado por los servicios especiales rusos.
En la primera jornada del juicio, el 26 de junio, Gershkovich apareció con la cabeza rapada y sonriendo en la cabina de cristal para los acusados. Aunque no pudo hacer declaraciones, se comunicó mediante señales con conocidos en la sala. Actualmente, solo puede comunicarse con su familia y allegados a través de cartas censuradas por la administración penitenciaria, en las que asegura mantenerse de buen ánimo y resignado a su condena.
