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Salvaguarda de las instituciones

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Resumen

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Por: Reynaldo Pérez

Publio Cornelio Escipión es uno de mis cónsules favoritos del imperio Romano, el, junto a las “Legiones Malditas” que habían sido en algún momento de la historia, sometidas por el General Cartaginense Aníbal Barca. El de Cartago es derrotado por el cónsul que fue determinante para la construcción del gran imperio.

Africanus, como se le conocía al cónsul Romano, derrotó en la segunda guerra púnica a quien fue famoso por atravesar los Pirineos para invadir Roma. Según el historiador Will Durant, “El pueblo lo admiraba no solo porque era apuesto y elocuente, inteligente y valiente, sino también piadoso, cortés y justo”, algo que no veía con buenos ojos el senado, ya que esa popularidad podía atentar contra la institucionalidad del imperio, gracias a esa popularidad, Roma estuvo aportas de una guerra civil.

El expresidente Álvaro Uribe Vélez, a través de nuestra historia reciente, es visto como ese héroe mesiánico, con anécdotas parecidas a las de un semidios griego; lo que no habíamos entendido los colombianos, es que un servidor público “amado por el pueblo” y con altos índices de popularidad, afecta la memoria colectiva y atenta contra la institucionalidad de un Estado.

Cuando hablo de memoria, lo hago refiriéndome al año 1998, uno de los años más violentos de nuestro departamento, fueron años duros para los habitantes del territorio que no podían pasar por la Y del corregimiento de Santa Cruz de la Colina, porque eran secuestrados por el EPL, a órdenes del famoso “Nene”.

Dentro de esas anécdotas del “semidios griego”, las personas dicen que la seguridad del departamento se le debe al expresidente Uribe, ahí se equivocan de manera garrafal. Con esas anécdotas románticas del expresidente, quien recuperó la seguridad del departamento fue el general Martin Orlando Carreño Sandoval, (Q.E.P.D.), a Santander le defendió en ese momento la institucionalidad y el legítimo monopolio de las armas, en este caso de la V Brigada y la II División del Ejército Nacional. Por eso les digo que un servidor público con patrón de comportamiento mesiánico, trae problemas de memoria colectiva. Después de eso, como está probado en la Justicia Ordinaria, en Justicia y Paz y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), el paramilitarismo se tomó el departamento y las elecciones de ese entonces.

Los problemas no son solo de memoria, también afectan el desarrollo normal de la institucionalidad, la unipersonalidad mesiánica y el narcisismo de estos populares lideres, desdibujan el objeto social de las instituciones, y para ello hare el relato de dos casos, una de las instituciones más importantes del país como lo es el Glorioso Ejercito Nacional, ha sido una de las más afectadas por el actuar del expresidente, el querer mostrar a civiles como bajas en combate, dejo ver una deshumanizada Seguridad Democrática, uno de los “tres huevitos” del expresidente Uribe. La gran mayoría de testimonios del Macro-caso N° 3 de la JEP, señalan al General Montoya de la IV Brigada, con ejecuciones extrajudiciales entre el año 2000 y 2003, actos que evidentemente no son propios del servicio, menos de nuestra institución Ejercito Nacional.

Otra de las instituciones que se debe rescatar del mesianismo desbordado, es la Fiscalía General de la Nación. Ya todos conocemos el escándalo del presunto direccionamiento de testigos, donde ahora el expresidente Uribe debe ir a juicio. El tema es que esta decisión se debió tomar hace años, ya que con pruebas contundentes y un “Abogado de reparto” privado de la libertad, dejó entrever que el ente acusador con dos solicitudes de preclusión del caso, protegían los intereses del expresidente Uribe.

Esperemos que esta decisión recupere la confianza en las instituciones, que son nuestras, y no del mesianismo presidencial.

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