El rechazo a Richard Aguilar también tiene un trasfondo de identidad política. Según la carta, el exgobernador de Santander ha sido un “antagonista abierto del liberalismo santandereano”, tanto en su discurso como en sus alianzas. Para los firmantes, aceptarlo en las listas rojas sería desconocer a la militancia que ha sostenido al partido en momentos de adversidad electoral.

Por Camilo Ernesto Silvera Rueda - Redacción Política / EL FRENTE

La posibilidad de que el exgobernador de Santander y exsenador Richard Aguilar Villa busque un nuevo escaño en el Congreso con el aval del Partido Liberal ha desatado una fuerte controversia en la colectividad. A través de una carta enviada al expresidente César Gaviria Trujillo, actual jefe del liberalismo, un grupo de diputados, concejales, ediles y dirigentes de base solicitó de manera enfática que se le niegue cualquier respaldo oficial a Aguilar.

El documento, fechado el 1 de septiembre de 2025, plantea que otorgarle el aval a Aguilar sería un “profundo error histórico” que pondría en entredicho la coherencia ética del partido. Los firmantes aseguran que el exmandatario santandereano ha sido protagonista de “múltiples escándalos de corrupción en distintas provincias del departamento”, y que su estilo de liderazgo ha estado marcado por prácticas clientelistas que contradicen los principios liberales.

Argumentos de peso político y ético

En la misiva, los dirigentes sostienen que el liberalismo debe mantener una línea clara en defensa de la transparencia y el Estado Social de Derecho, lo que resulta incompatible con respaldar a Aguilar. “El señor Aguilar Villa representa una época crítica y cuestionada en la historia de Santander”, se lee en el texto, que recuerda episodios como:

El Corredor Agroforestal, obra que fue anunciada como una solución para la conectividad rural, pero que terminó envuelta en denuncias de sobrecostos y presuntas irregularidades contractuales.

La remodelación del Estadio Alfonso López, que estuvo bajo la lupa de organismos de control por inconsistencias en su ejecución.

Los contratos de acueductos municipales, calificados como un “fracaso escandaloso” por las comunidades, al no haber garantizado soluciones efectivas en varias provincias del departamento.

Aunque muchos de estos casos aún cursan investigaciones penales y disciplinarias, los firmantes recalcan que lo que está en juego no es solo lo judicial, sino la coherencia del proyecto político liberal: “Más allá de los procesos judiciales, lo que está en juego es el tipo de política que estamos dispuestos a respaldar como partido”.

El rechazo a Aguilar también tiene un trasfondo de identidad política. Según la carta, el exgobernador ha sido un “antagonista abierto del liberalismo santandereano”, tanto en su discurso como en sus alianzas. Para los firmantes, aceptarlo en las listas rojas sería desconocer a la militancia que ha sostenido al partido en momentos de adversidad electoral.

“No es posible construir el futuro del liberalismo sobre pactos que traicionan su esencia. Otorgar un aval a quien ha combatido nuestras ideas… sería una herida a la militancia que con coherencia ha sostenido al partido en los territorios”, puntualizan.

El tono de la comunicación mezcla advertencia con apelación ética. Los dirigentes reconocen en César Gaviria una “autoridad moral incuestionable” y confían en que su decisión estará alineada con los principios históricos de la colectividad.

Aguilar y el ajedrez político en Santander

Richard Aguilar, hijo del también exgobernador Hugo Aguilar Naranjo, llegó a la Gobernación de Santander en 2012 con una imagen de renovación, pero pronto enfrentó cuestionamientos por la ejecución de obras y la transparencia de su administración. En 2018 llegó al Senado con el aval de Cambio Radical, colectividad con la que rompió tras perder fuerza política.

En 2021 fue capturado por orden de la Corte Suprema de Justicia, investigado por presuntas irregularidades en contratos durante la emergencia sanitaria del COVID-19, aunque posteriormente recuperó su libertad en medio del avance procesal. Desde entonces, ha buscado recomponer su capital político.

Hoy, cuando se especula sobre su intención de regresar al Congreso en 2026, Aguilar ha intentado acercarse a sectores del liberalismo, lo que ha encendido las alarmas en un departamento donde el partido busca reposicionarse como alternativa ética frente a prácticas cuestionadas.

¿Qué sigue para el liberalismo?

La carta representa un pulso interno clave de cara a las elecciones legislativas. En Santander, el liberalismo ha tenido históricamente presencia significativa, pero en los últimos años su votación se ha fragmentado frente al ascenso de clanes políticos regionales. Negar o conceder un aval a Aguilar podría tener repercusiones en la imagen nacional del partido y en su capacidad de renovar liderazgos.

Por ahora, la decisión está en manos de César Gaviria, quien deberá evaluar si la colectividad arriesga su capital ético al incorporar a un político cuestionado, o si apuesta por respaldar a los liderazgos locales que piden mantener una línea firme contra la corrupción.

Lo cierto es que, en un departamento donde las alianzas políticas son determinantes y las investigaciones judiciales aún no cierran, el caso de Richard Aguilar se ha convertido en un test de coherencia para el liberalismo santandereano y nacional.