Señor Empresario

Recordemos al año de 1994, como dicen los jóvenes y niños de este milenio, son cosas del siglo pasado, pero que de alguna forma nos deleita, y nos hacen un llamado, para que la cátedra de historia, en todos los niveles, deba ser de primera operación, con el recuento, la fortaleza de la sustentación del hecho, qué, con inteligencia o sin inteligencia artificial, sea un gran telón de nuestra cultura.

Para los hinchas del Atlético Bucaramanga, en este año descendió a la categoría B. En la selección Colombia de fútbol ocurrió que llegó de favorita al Mundial de Estados Unidos y terminó más caída que una socialista de vicepresidenta, además del amargo crimen de un gran señor y futbolista, Andrés Escobar.

En ese año de la historia, 1994, está terminando el mandato presidencial el Dr. Cesar Gaviria Trujillo, que ustedes bien saben, se encontró la presidencia por el lamentable asesinato del Dr. Luis Carlos Galán Sarmiento, acaecida un viernes de agosto de 1989. Pues bien, con este presidente, que no creo que fuese “chifloreto,” más bien fresita, nos dijo con un decreto que cuando eran las cinco de la mañana, eran las seis, y así por todo el año corrió una hora en el día, porque se suscitó un apagón, un verano, con una sequía más brava que cerebro de funcionario publico de la unidad de riesgo.

Al partir el año, unos lo hacían a las once, otros a las doce, otros a la una; lo cierto es que hubo pólvora ventiada por las diferentes horas. Entra, gana las elecciones el Dr. Luis Ernesto Samper, y todo mundo sabía que era un presidente apalancado con la mafia del cartel de Cali. Samper dice que fue a sus espaldas, como cualquier homosexual, pero monseñor Pedro Rubiano, le dice qué, si entra un elefante a su casa, es difícil que no se de cuenta. El presidente fue llevado en el famoso proceso 8.000 del cual salió absuelto, por la “comisión de absoluciones” de la Cámara de Representantes, como decía García Márquez, muchos años después.

Los positivos hechos, están en que la televisión de Colombia, cumplía 40 años, desde aquel 1954, inaugurada por mi general Gustavo Rojas Pinilla, abuelo de “dos joyitas”. Entra la telefonía celular y las comunicaciones dan un vuelo, porque junto al teléfono que era para hablar y contestar, al estilo de una “flechita”, siendo a veces una “panela”, se incorpora una serie de aplicaciones, como la fotografía, el video, las operaciones que eran solo de computador y que ahora, nuestro celular sirve para todo.

El dólar se cambiaba a $836 pesos y las exportaciones e importaciones llevaban un giro de bienestar. El salario mínimo era de $98.700, menos que un billete de cien mil de hoy en día. Venezuela vivía una época romántica, próspera, pero en el ambiente se olía a vagazo putrefacto, que en años  más adelante, terminó con la ruina del país.

En 1994, no se pensaba que hubiese un veterinario a domicilio en la ciudad, pero si lo había en el campo, porque nadie llevaba el caballo al consultorio del piso 13 del Doctor Toro. La computación viajaba más rápido que un cohete a la luna, a la cual el hombre todavía no ha ido. Treinta años después, 2024, Colombia tiene a lo más miserable en la cabeza presidencial, vicepresidencial y funcionarios con un alto índice de incapacidad, con un perfil de usurpadores del erario público, en donde el objetivo es el caos, la violencia, el desastre, la descomposición social, es decir, el aburrimiento del capital, para que solo haya pobreza y así ser reyes de un trono en donde todos son ciegos, menos el sistema que es tuerto y sin cerebro, pero con una barriga de ladrón sin formación.

*Contador público. Asesor empresarial.