Resumen
El 25 de septiembre de 1828, Simón Bolívar sobrevivió al famoso atentado en Bogotá gracias a Manuelita Sáenz, su compañera, cuya rápida acción le salvó la vida. El intento de golpe, orquestado en parte por Francisco de Paula Santander, resultó en la condena y muerte de los conspiradores.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Por: José Caicedo Solano*
Un jueves, del 25 de septiembre de 1828, en Bogotá, hace 196 años, se dio el famoso asalto a la casa presidencial, que era habitada nada menos que por Simón Bolívar y su esposa o amante como algunos la llamaban irónicamente, por aquello que no tenía matrimonio, la señora Manuelita Sáenz. La toma del palacio, no era propiamente para robarle el caballo a don Simón, sino para mandarlo a la otra dimensión, en donde solo vive el espíritu, sin el cuerpo. Fue la famosa Noche septembrina, en donde se le hizo el atentado a muerte al general Bolívar.
Para entonces, el inquilino del palacio de San Carlos (que existe actualmente y es sede del ministerio de relaciones exteriores y fue casa presidencial de muchos presidentes, entre otros, Rafael Núñez y Gustavo Rojas Pinilla), tenía 45 años, ya que había nacido el 24 de julio de 1783 y su esposa Manuelita 31 años, nacida el 27 de diciembre del año 1797. Pues, el par de “tortolitos”, (Simón y Manuela) no eran muy jóvenes para la época, pero sí, tenían todo el gen de la fortaleza de la guerra y la valentía para enfrentar el peligro.
Pero la inteligencia de la mujer, que sigue siendo eterna, salió a relucir y le dijo a su cónyuge, salte por esta ventana con su pistola, su espada, que su esclavo José Palacios va contigo. Así, nuestro Libertador se salva de la muerte, porque a las pocas horas llegan las tropas leales al gobierno y controlan la situación, mientras el presidente salía lleno de frío de un puente en donde se había escondido.
No fue un golpe blando, como lo pregona un presidente de Colombia del siglo XXI. Fue tirar o lanzar a matar, porque la alta burguesía, los estudiantes, los federalistas, los demócratas, todos, llevados por las ansias de poder del general Francisco de Paula Santander, no admitían la dictadura con la que gobernaba Bolívar, con un modelo centralista y casi totalmente militar, quienes tenían el poder de las armas para hacer y deshacer. No hubo complot militar, como lo ha habido en países como Chile o Venezuela. No era más que 36 “chusmeros” baratos, integrados por 12 civiles y 23 soldados rasos, comandados por un oficial comprado, de nombre Pedro Carujo.
Todos los del complot, fueron sentenciados a muerte, otros se ahogaron en los ríos de los llanos, cuando huían. Hubo un caso muy aberrante y fue inculpar al almirante Padilla, que no tenía “velas en ese entierro”, todo porque a un lambe chaqueta de Bolívar, no le caía bien por ser negro y cayó en las balas del fusilamiento. En cuanto al grande del golpe, el general Santander, también fue condenado a muerte, pero Bolívar se la permutó por el destierro. Algún tiempo después de la muerte del Libertador, acaecida el 17 de diciembre de 1830, a la edad de 47 años, Santander, vuelve a Colombia y fue presidente de la República.
Manuelita, se va de Bogotá, vive en su tierra natal que era Ecuador y al final muere en el Perú el 23 de noviembre de 1856, a la edad de 58 años. Todos los historiadores le dan un gran significado a la actuación de Manuelita Sáenz, a quien le dieron el título de la Libertadora del Libertador, por aquellos sabios consejos de ese jueves. Hoy hace parte de esas grandes mujeres de la historia universal. En cuanto a la conspiración, lo que queda de enseñanza es que estos eventos se dan por apetitos personales como los de Francisco de Paula, y no, por un sentimiento social.
*Contador Público- Asesor empresarial.