Suscríbete a nuestro boletín

¡Éxito! Revisa tu correo

Para completar la suscripción, haz clic en el enlace de confirmación en tu bandeja de entrada. Si no lo recibes en 3 minutos, revisa tu carpeta de correo no deseado.

Vale, gracias

Señor Empresario

Resumen

Ser empresario en Colombia implica enfrentar costos que marginan a pequeños negocios a la informalidad, sobre todo en zonas vulnerables. La formalización resulta costosa, impidiendo una salida al subempleo y alimentando el riesgo de desestabilización social.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Jose Caicedo Solano profile image
by Jose Caicedo Solano
Señor Empresario

Ser empresario implica un don un tanto sagrado. No todos los que inician negocios van con la buena suerte de ser empresario, por lo menos sostenible, por muchas razones, siendo unas, de las más importantes, la planeación y el estudio de mercados. Sabemos qué, en Colombia, como decía, hace años, un gran profesor de una Universidad de Ciencias Sociales existe “millones de pequeñas microempresas”, término que en ese entonces sonaba a redundancia o equivocación del conferencista, pero que ahora es una realidad, porque no existe el espacio (la empresa) en donde la fuerza laboral venda sus conocimientos y su actuar físico en un arte, oficio o servicio.

Esas personas que ejecutan pequeños actos de comercio deben estar en la informalidad como efectivamente andan, porque la “formalidad” les implica una serie de “costos fijos” que se llevan el menguado margen de utilidad y que solo, a veces, les alcanza para obtener menos de un salario mínimo diario. Las leyes de Colombia, así como el ejecutivo actual de presidente, que amenaza con gobernar solo por decreto, debe mirar esta realidad del habitante tanto de las grandes ciudades como de pueblos y barrios periféricos que brotan los micronegocios en barrios de Bucaramanga y Florida, y que como ejemplo se nombra al barrio Kennedy y la Cumbre, en donde se vive como el epicentro de sus operaciones y la ciudad central no existe.

Como somos buenos para decir las cosas para no ofender, ahora no hay viejos, sino humanos de la tercera edad; no hay maricas sino del tercer sexo; no hay rebuscadores con una necesidad absoluta, como los señores del ejemplo, sino que ahora se llaman “emprendedores”.

Esta operación que estamos enunciando creo no equivocarme al decir que es ejecutada por estratos sociales que van del 1 al 3, con patrimonios no mayor a los dos millones de pesos, y eso para los supermillonarios como muchos que tienen la mercancía en los centros de la ciudad, a los cuales los ortodoxos de la economía formal, los miran como los malquerientes de un espacio público, cosa que es verdad, pero que es mejor caminar de medio lado, que tener una población, por ejemplo en Bucaramanga, de más de veinte mil personas sin ingreso, lo que acarrearía un desbarajuste social, en riñas, atracos, violaciones y por ende el acabose de lo ya establecido porque la gente no llegaría al comercio, a cocinar los domingos porque se cerrarían los restaurantes, y los domiciliarios serían atracados para robarse esa comida que requiere ese estrato cero. Así empezó y llegó a su máximo clímax la nación de El Salvador, por lo que ahora se tiene la política de seguridad con mucha represión.

Una de las grandes políticas que debe tener el estado es formar ciudadanos con alto contenido ético, lamentablemente con un 99% de los funcionarios púbicos deshonestos que no dan ejemplo, para que con el beneficio de la palabra se tenga crédito de fomento y se llegue con muchos de ellos a entrar a la famosa “clase media”, qué, al subir ese escalón, se beneficia desde el alma mortal más humilde hasta el Dr. Daniel Vélez, el hombre más rico de Colombia.  

*Contador Público. Asesor Empresarial.

Jose Caicedo Solano profile image
por Jose Caicedo Solano

Recibe las noticias en tu correo

Recibe las noticias más importantes

¡Éxito! Revisa tu correo

To complete Subscribe, click the confirmation link in your inbox. If it doesn’t arrive within 3 minutes, check your spam folder.

Vale, gracias

Leer más