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Siete mil tragedias

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Por: Antonio José Díaz Ardila
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Resumen

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Si es cierto lo que dicen los medios, la indisciplina que se presentó en el ingreso al partido entre Colombia y Argentina para la final del fútbol va a generar la expulsión de siete mil colombianos que participaron en el caos y desorden presentado en el estadio Hard Rock Café de Miami, cuando miles ciudadanos sin boletas de entrada, se abalanzaron contra las puertas, irrespetaron el orden, golpearon a la Policía e ingresar al estadio.

Se vieron involucrados aún quienes sí tenían boletas, como el señor Ramón Jesurúm, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol y su hijo Ramón Jamil, que fueron arrestados por el típico caso de “usted no sabe quién soy yo”, que los motivó golpear a la Policía, hecho que en Colombia en algunos medios es lamentablemente tolerado y genera hasta aplausos, pero que en otros países es un grave delito.

Las crónicas han dado la vuelta al mundo y en esos casos un Gobierno que se precia de tener instituciones sólidas y respetables, no puede dejar pasar este hecho como solemos hacer los colombianos con frases como: Esas son cosas de tragos; la gente se desesperó del calor y las demoras y se arrebató a ingresar; la Policía también es culpable cuando es demasiado estricta y los latinos no somos así, etc. En resumen, es cierto que así es Colombia, pero no es el mundo y mucho menos en los Estados Unidos donde el respeto por las instituciones es la base del funcionamiento del Estado.

Realmente es muy doloroso y diría que hasta trágico para millares de familias que han trabajado e invertido esfuerzos y ahorros de años, para lograr “el sueño americano” y que un acto de indisciplina masivo le trunque su proyecto de vida, pero es un ejemplo duro para todos los millones de colombianos que a diario se burlan de las normas, de las leyes, de la Policía y han convertido a Colombia en una verdadera anarquía y pretenden universalizar esa indisciplina y ese estilo de vida en cualquier país que les permite la entrada.

Se observa una total falta de disciplina en cualquiera de nuestras ciudades y en todos los escenarios. Basta citar el manejo del sonido que sería mejor decirlo, del ruido, que cada vendedor tiene derechos de interrumpir con megáfonos para hacer conocer su producto, almacenes que despiden ruido al espacio público; la invasión de andenes y antejardines por ventas informales, por carros y de los mismos comerciantes formales que continúan su labor en el espacio público; la violencia y el vocabulario, ahora aupado por el arrogante Ministro de Educación, que ha roto todos los límites del buen comportamiento.

Parece que ya en estos dos años que nos quedan será imposible cualquier modificación de criterios, porque lo que se observa es que cada día avanza más en este deterioro social y este deberá ser motivo de propuestas en la próxima campaña sobre el país que queremos.

e-mail: antoniojosediazardila@hotmail.com

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