Resumen
El presidente colombiano Gustavo Petro y su Ministro de Relaciones Exteriores, Álvaro Leyva Durán, están siendo criticados por desafiar las normas legales y no respetar las instituciones fiscales y disciplinarias, generando desconcierto público y preocupaciones de anarquía.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)La arrogancia desafiante del presidente Gustavo Petro Urrego y de su ministro de relaciones exteriores, Álvaro Leyva Durán, para reconocer que todos los colombianos tenemos quien juzgue la conducta de los funcionarios públicos de todos los niveles, frente a las determinaciones adoptadas por la Procuraduría General de la Nación, que los ha requerido por la presunta omisión en el cumplimiento de los requisitos legales para la contratación oficial, ha provocado desconcierto en la opinión pública, por el debido respeto que merecen las tres ramas del poder público.
En contubernio descarado, los dos altos funcionarios de la rama ejecutiva han dado mal ejemplo a la nación y han desconocido olímpicamente la existencia de los organismos de control fiscal y disciplinario, dejando abierta una ventana a la anarquía, como si fueran ciudadanos ignorantes que van en contravía del ordenamiento jurídico. Es la mala herencia de haber designado para el gobierno de Colombia a personas que, habiendo participado en la lucha armada como parte de su carrera política, se han declarado en rebeldía contra las instituciones y prefieren la ‘Ley de la Selva’ en vergonzosa complicidad con bandidos de diferentes credos y denominaciones, que ejercen control territorial en varios departamentos del país.
Un presidente de Colombia que se formó en las montañas del país con fusil al hombro, desafiando el orden institucional, no puede ser el primer magistrado de esta nación, donde los grupos criminales, con la complicidad de los grupos de extrema izquierda, han sido actores y cómplices de extorsiones, secuestros y asesinatos selectivos, los nuevos amos del país que han protagonizado acciones violentas contra la sociedad civil y contra las fuerzas militares y de policía.
Produce estupor que alguien pueda mencionar al presidente Gustavo Petro como abanderado de la paz, cuando la violencia en las zonas cocaleras de Colombia se ha multiplicado y ha inundado de sangre inocente gran parte de las zonas de frontera con países vecinos como Venezuela, que le sirve de cómplice a la subversión y el terrorismo. En el pasado, los conservadores de Colombia habíamos reconocido al exministro Álvaro Leyva Durán como un abanderado de la paz, especialmente porque su padre, Jorge Leyva, fue uno de los grandes adalides de las ideas conservadoras.
Como han cambiado los tiempos en los cuales se respetaba el ordenamiento jurídico y se garantizaba el buen comportamiento de los funcionarios públicos, bajo la lupa de la Procuraduría General de la Nación, que tiene la misión de garantizar el buen comportamiento de los funcionarios públicos en todos sus niveles. Diez días han pasado de la inhabilidad del ex ministro Álvaro Leyva Durán por haber quebrantado las normas sobre contratación oficial, sin que el presidente de la república proceda a cumplir la sanción impuesta por la suprema autoridad del ministerio público.
Qué dirán nuestros abuelos, que le daban ejemplo al país en el cumplimiento de las decisiones de los jueces, procuradores, personeros y fiscales de la república, y que estaban listos a respetar nuestras instituciones. Petro y Leyva están jugando con candela. ¡Están creyendo que la Constitución y las Leyes de la República son como el papel higiénico, que solamente sirve para que se limpien el trasero y recojan sus desechos en el caneco de la basura!