Una vida consagrada al servicio espiritual y social de Santander
Resumen
El padre José Antonio Díaz Gómez culmina su servicio como párroco en Zapatoca tras 47 años de ministerio. Destaca su legado en obras espirituales y materiales que transformaron la comunidad, así como su vocación inspiradora y su cercana amistad con el cardenal Rueda.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Padre José Antonio Díaz Gómez
Por: Rafael Serrano Prada – Andrés Felipe Quijano Silva / EL FRENTE
Con la serenidad que solo otorgan los años bien vividos, el padre José Antonio Díaz Gómez se despide de su servicio parroquial activo en Zapatoca, la tierra que lo vio nacer y que hoy lo honra como uno de sus más insignes hijos. Lo hace después de recorrer, con alma misionera, incontables caminos de Santander, dejando huellas profundas en parroquias, comunidades, obras sociales y en el corazón de miles de feligreses.
A sus 74 años, y luego de 47 de ministerio sacerdotal, el padre Toño, como cariñosamente lo llaman en su pueblo, culmina una etapa con gozo, nostalgia y una gratitud inmensa: “Terminar mi servicio como párroco en la tierra natal es una bendición. Digo gracias al Señor por tanta bondad. ¿Cómo pagaría tanto bien recibido?”, expresa con emoción.
Durante su gestión, Zapatoca fue testigo de una pastoral vibrante, de obras materiales y espirituales que transformaron el tejido comunitario. Pero ahora, como él mismo afirma, inicia una nueva etapa: de descanso, de acompañamiento ocasional en parroquias cercanas, y sobre todo, de reencuentro con su salud, la cual se ha visto afectada por problemas de columna. “Quiero dedicarme a cuidarme. Ya mi etapa como educador terminó, y no aspiro a más cargos de responsabilidad”, explica con claridad.
Una amistad cardenalicia nacida en el seminario

Uno de los momentos más significativos de su vida pastoral fue su cercanía con monseñor Luis José Rueda Aparicio, actual cardenal colombiano, a quien acompañó desde sus primeros pasos en el seminario. “Fui su padrino vocacional. Estuvo tres años en San Gil y luego pasó a Bucaramanga. Es una experiencia hermosa de amistad y ministerio compartido”, recuerda con orgullo. No es solo una anécdota; es un testimonio del impacto que su vocación ha tenido en la vida de otros grandes líderes eclesiásticos.
Un legado de obras con sentido espiritual
El monasterio de las Hermanas de la Visitación, la remodelación del cementerio católico, la capilla de Santa Bárbara, el arreglo del templo y la casa cural: todas estas obras hablan de una parroquia viva, guiada por un pastor comprometido. Pero él insiste: “Estas no son obras de cemento, son expresiones de espiritualidad. Son fruto de la fe colectiva, del compromiso de una comunidad que cree y trabaja unida”.
En sus palabras se percibe la firme convicción de que el verdadero éxito pastoral está en fomentar la vida interior, la solidaridad y el sentido de pertenencia. Las construcciones materiales son apenas símbolos visibles de una transformación espiritual mucho más profunda.
Las vocaciones, semilla de futuro
Zapatoca sigue siendo un semillero de vocaciones. El padre Díaz relata con entusiasmo la reciente ordenación de un joven sacerdote con raíces en su pueblo, quien ingresó a la comunidad de los Misioneros Combonianos y se prepara para ir al Perú. “También hay seminaristas en formación, uno de ellos apenas ingresó este año. Otros han debido retirarse por motivos de salud, pero el llamado sigue vivo. Solo que ahora debemos trabajar más para formar los reemplazos, para que la semilla crezca”, apunta.
Reflexiones sobre el celibato y el ministerio episcopal
Sobre el celibato, tema que sigue generando debate en la Iglesia contemporánea, el padre Toño se expresa con equilibrio y madurez: “Es un don y una tarea. Un regalo de Dios que debemos cuidar y construir. Hay muchas formas de amar: el amor conyugal, el de la amistad, el de la entrega pastoral. No todos tienen el don del celibato, aunque sí el llamado sacerdotal. En otros ritos católicos, como el ortodoxo, existen sacerdotes casados. Quizá un día también lo veamos aquí”.
Respecto a los rumores que en su momento lo mencionaron como posible obispo, responde con humildad: “Nunca pensé en eso. Doy gracias a Dios por no haber recibido ese llamado. Es una cruz muy pesada. Admiro a quienes aceptan ese servicio, pero yo no tenía ese don”.

Un pastor agradecido con su gente
En medio del balance de su vida, el mensaje del padre Toño para los zapatocas es, ante todo, de gratitud. “Me sentí muy querido y respaldado. Se hizo mucho, pero queda también por hacer. El nuevo párroco necesita ahora el mismo apoyo que yo recibí. Debemos seguir promoviendo un laicado comprometido, abierto, participativo. La Iglesia no excluye a nadie”.
También hace un llamado a trabajar por el turismo religioso, aprovechando la riqueza histórica y espiritual del municipio: “Zapatoca es una ciudad levítica. Tiene todo para ser un destino espiritual y cultural, pero necesitamos cuidar el entorno, la cultura ciudadana, las calles, los espacios. Si nos comprometemos, será aún más hermosa y acogedora”.
El corazón dividido entre San Gil y Zapatoca
Aunque ha dejado su rol como párroco, el padre José Antonio no se alejará del todo. Planea residir entre San Gil y Zapatoca, sus dos lugares del alma, a partir de noviembre. Desde allí, espera seguir visitando otras parroquias que marcaron su camino: Galán, Charalá, Páramo, Barichara, El Socorro. “No quiero estar vinculado formalmente a ninguna. Pero sí deseo ir de vez en cuando, compartir, descansar y ayudar si es necesario”.
El remate de una vida que inspira

Este reportaje no solo recoge la voz de un sacerdote que cierra un ciclo; es también una ventana a la historia de una comunidad que ha sabido acompañar, valorar y crecer con su pastor. Su legado no se mide solo en obras, sino en la transformación interior que ha sembrado en cientos de corazones.
"Desde las páginas de El Frente, damos gracias al padre José Antonio Díaz Gómez por su entrega, por su ejemplo de sencillez y por la dignidad con la que ha ejercido su vocación. Que su salud se restablezca plenamente y que su mente inquieta y su espíritu generoso sigan siendo luz para los pueblos santandereanos que tanto lo estiman" Rafael Serrano Prada, director EL FRENTE