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Uno no entiende cómo

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Resumen

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Por: José Oscar Fajardo

Hablando de la inteligencia racional como la característica fundamental que nos hace diferentes del resto de animales que pueblan este planeta, resulta muy común y corriente que haya seres humanos con unos coeficientes de inteligencia que son la fuente de envidia, más que de admiración, de sus congéneres que en las mismas condiciones asolan este rincón del sistema solar.

Uno no halla a quién poner de puntero, si a Einstein con su teoría de la Relatividad, o a Max Plank con su Mecánica Cuántica. A Heisenberg con su Principio de Incertidumbre, o a Schrödinger con su Modelo Atómico. Bueno; que venga el diablo y escoja porque esos manes si eran brutalmente inteligentes. Y también resulta normal que, sólo una relativa minoría de seres humanos logre entender y explicar todo lo que encierra cada uno de esos brebajes físico-matemáticos preparados por cada uno de esos loquillos.

Sin embargo, no he podido racionalizar, cómo es posible que un futbolista gane con los pies, lo menos desarrollado del cuerpo humano, más dinero que un físico nuclear o que un matemático puro, con lo más evolucionado y perfecto que es su cerebro. Pero hay que aceptarlo porque cada cual tiene sus méritos y su razón dialéctica de ser.

No obstante, llego al tope de la comprensión y del razonamiento lógico al ver y palpar, cómo en Colombia existe un mundanal de gente que, teniendo y/o habiendo logrado sendos títulos profesionales en Derecho Penal, en Administrativo, en Ética y Filosofía, incluso sacerdotes, pastores de iglesias y demás enviados y representantes de Dios nuestro Señor aquí en la Tierra, estén de acuerdo y/o que sean adictos a la corrupción.

Pero me pongo a hacer el ejercicio de razonamiento con lógica matemática, es decir, a ponerle más ají a la choriza, y llego a la conclusión que, eso es hasta obvio porque cada comadreja defiende su cueva dado que allá en esa cueva esconde sus hijitos. De nuevo eso me resulta matemáticamente lógico. Si a es mayor que b, y b es mayor que c, entonces a es mayor que c. No se necesita ser egresado de Cambridge, como el finado Stephen Hawking, para entender semejante perogrullo.

Ahora bien. Si un individuo ignorante, analfabeta, semianalfabeta, analfabeta profesional o laboral, y todos sus aledaños, santifica a sus verdugos, pues es entendible y desafortunadamente aceptable porque se trata de personas que, a la hora de la verdad, son indefensos mental, intelectual y profesionalmente. Es decir, no se les puede pedir más, y eso es determinante para un país. Ahora, se me ocurre esta otra perla.

Si un abogado penalista, acrisolado y brillante profesional en esa rama del Derecho, defiende y saca libre a un sindicado de quien el abogado sabe por confesión secreta del mismo sindicado, que en la verdad histórica y en la verdad procesal es culpable, y él logra su libertad por inocencia con triquiñuelas vergonzantes y/o argumentos falsos, ante la lógica dialéctica, ante la lógica matemática, y ante los ojos de Dios Nuestro Señor que lo creó a su imagen y semejanza ¿no es más delincuente que el mismo sindicado? Entonces, no me queda más remedio, para solazarme, argumentarme yo mismo, pobrecita la gente que, por sus condiciones humanas, sean las que sean, venera a sus verdugos.

Pobrecita la gente que se acuesta sin probar un bocado de comida, así sea fría o podrida, por el clima, porque sus propios ídolos le sabotearon el tamal de sola mazamorra, o una papa rellena de yuca, pero sin un pedacito de carne de burro o de pollo viejo. Y después ciertos columnistas salen a decir, todos orondos y con criterio científico, que el Titanic naufragó fue porque el presidente Petro sacó el agua que había por debajo del buque.

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