Resumen
El poder en Colombia está centralizado en Bogotá, lo que puede provocar más divisiones territoriales. El presidente del Senado propone una reforma constitucional para un sistema federalista que permita un reparto equitativo de los recursos públicos.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Tratando de mirar el gobierno desde las regiones, sabemos que estamos padeciendo el fenómeno de la centralización del poder en la ciudad de Bogotá, sede del gobierno nacional y de los ministerios e institutos descentralizados, con una división territorial repartida entre treinta y dos (32) departamentos, algunos de los cuales ni siquiera tienen representación en el Senado de la República.
Otros, como los departamentos de Antioquia, Cundinamarca, Santander, Atlántico y el Distrito Especial de Bogotá, manejan el setenta por ciento (70%) de las curules en el senado de la República, pero a la hora de las grandes decisiones nacionales tienen que colocar rodilleras para conseguir de los organismos de planeación de la administración central la financiación de las obras de la malla vial, de los servicios de energía eléctrica, de la educación y de la salud.
El presidente del Senado, José David Name Cardozo, visita el departamento de Santander para recoger ideas alrededor de un sistema federalista que está proponiendo para el manejo de los recursos públicos, lo cual implicaría una nueva reforma constitucional, que buscaría hacerle justicia a las regiones en el reparto equitativo de las transferencias del presupuesto nacional.
Desde la guerra de la independencia contra España, que culminó el 7 de agosto de 1819, se habló de las distintas formas de gobierno para esta porción del continente americano. El Libertador Simón Bolívar aspiraba a crear una monarquía, con sede en Santafé de Bogotá, pero fue derrotado por el General Francisco de Paula Santander que proponía en la convención de Ocaña de 1828 un sistema republicano, con cinco estados soberanos que fueron los de Antioquia, Cundinamarca, Magdalena, Cauca y Santander.
Pasaron cuarenta años de vida independiente para crear los Estados Soberanos, donde estaba incluido el Istmo de Panamá, que proclamó su independencia de Colombia en 1902, como consecuencia de la Guerra de los Mil Días, que tuvo por escenario el territorio del Estado Soberano de Santander. Perdimos a Panamá, como podemos perder ahora otros territorios, que hacen parte de la península de la Guajira y de la zona insular de san Andrés y Providencia, por tratarse de una zona estratégica para controlar la zona marítima que disputa Nicaragua. La cartografía que existe sobre los derechos de Colombia en el Mar Territorial de las Antillas ha sido un frágil y sigue en peligro el proceso de segregación territorial sobre el Océano Atlántico.
Hace varios años, el expresidente venezolano Carlos Andrés Pérez, de origen colombiano, tomó posesión del Archipiélago de los Monjes, en el golfo de Coquivacoa, (ahora denominado ‘Golfo de Maracaibo’), donde están ubicadas las mayores reservas de petróleo, que fueron parte de la cuenca hidrográfica del Río Catatumbo y del Lago de Maracaibo, aplazando por más de un siglo la discusión del ‘Diferendo Limítrofe con Venezuela’, que hace varios años estuvo a punto de provocar una guerra entre los dos países,
Para evitar mayores situaciones de conflicto con nuestros vecinos, valdría la pena revivir el sistema federalista y evitar que el territorio de Colombia quede expuesto a nuevas escisiones, como la segregación de Panamá, que hace más de cien años es una república independiente. Volver a la creación de los ‘Estados Soberanos’ de Antioquia, Santander, Cundinamarca, Magdalena y Cauca, con mejores transferencias del presupuesto nacional para su desarrollo y cada uno con su respectiva Constitución, como ocurre en los Estados Unidos, sería el comienzo de una nueva etapa de libertad e independencia, para explotar los recursos naturales que, como el petróleo, el gas, el oro y el carbón mineral, son producto del centralismo que se maneja desde el Distrito Especial de Santafé de Bogotá.
