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El fique, el tabaco y el maíz también son santandereanos

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Resumen

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Con dolor de patria venimos registrando todos los movimientos sociales que tienen origen en nuestro departamento de Santander, donde las guerras civiles de los últimos tres siglos dejaron huellas de sangre en nuestro territorio. Primero fue la Revolución de los Comuneros de 1781, para protestar contra los impuestos de la Corona Española que utilizaba a sus vasallos para financiar la guerra contra Inglaterra.

Fueron los impuestos a la hoja de tabaco y el aguardiente ingredientes explosivos que convocaron a los campesinos de Charalá, Ocamonte, Coromoro, Barichara, San Gil y El Socorro a defender sus raquíticos ingresos. La respuesta fue una marcha de veinte mil campesinos de alpargata sobre Santafé de Bogotá que, bajo la comandancia de José Antonio Galán Zorro, Lorenzo Alcantuz, Isidro Molina y Salvador Plata, con la asistencia espiritual de Fray Ciriaco de Archila y el Canónigo Andrés Rosillo y Duruelo, organizaron la revuelta y obligaron al Arzobispo -Virrey Antonio Caballero y Góngora a firmar unas ‘Capitulaciones’ en el Puente Real de Vélez.

El maíz, en la dieta alimenticia de nuestras familias santandereanas, era transformado en las bebidas y comidas ancestrales, como la chicha, la mazamorra y el masato, amén de las arepas, las chorotes y otros productos que  han sido parte de nuestra gastronomía. No ha existido una política oficial para proteger la producción del fique, para la producción de sacos, cotizas, marusas y otros empaques utilizados para llevar a las plazas de mercado la zanahoria, la remolacha, el maíz, las habas, el garbanzo, la papa, la yuca, el plátano, la piña, las ahuyamas y muchos otros productos de nuestras estancias campesinas.

Mientras en el mundo civilizado se prohíbe el uso del plástico para los empaques, por su alta resistencia a la degradación de la materia orgánica, en Colombia unos tecnócratas tomaron la determinación de castigar a los artesanos que procesan la hoja del fique. Dramática la situación de los campesinos y de los artesanos que sostienen sus familias con el producido de la fibra natural que sirve para llevar los productos del campo hacia los mercados de grandes ciudades y pequeñas poblaciones. La gente de Aratoca y sus alrededores tiene fe en el gobierno de Santander, liderado por el Mayor General ® Juvenal Díaz Mateus, que en sus intervenciones públicas habla de su origen campesino y de su profundo respeto por las comunidades agrarias.

Unas mesas de trabajo para escuchar a los artesanos y productores de fique puede ser la solución de un problema tan sensible para las comunidades ancestrales, como ha sido el lamentable cierre de los mercados, buscando con el señor gobernador Díaz Mateus y con la dinámica e inteligente secretaria de agricultura, Ana Celina Castellanos, la reactivación de los mercados campesinos, donde las artesanías del fique son una fuente de la economía regional.

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