Resumen
El artículo discute el papel, la historia y el futuro de la profesión de abogado. Se destaca su importancia histórica, desde sus inicios en Roma hasta su estado actual, y se considera la tensión entre el avance de la tecnología y la intrínseca necesidad de ética y humanidad en la profesión.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Por: Doris Ortega Galindo*
El pasado sábado 3 de febrero, recibí algunos mensajes de colegas, amigos y clientes donde se ponía de manifiesto la celebración internacional, de una de las profesiones más controvertidas, señaladas, criticadas pero necesarias en el mundo- la abogacía-, la cual se resiste a desaparecer aún con la posibilidad muy cercana de que la inteligencia artificial nos reemplacé, condenándonos quizá a ser piezas de museo.
El nombre mismo del abogado, como lo expresara, el jurista y filósofo austriaco, Hans Kelsen (1881 - 1973):” suena como un grito de ayuda. Advocatus, vocatus ad, llamado a socorrer. También el médico es llamado a socorrer; pero si solamente al abogado se le da este nombre, quiere decir que entre la prestación del médico y la prestación del abogado existe una diferencia, la cual, no advertida por el derecho, es, sin embargo, descubierta por la exquisita intuición del lenguaje. Abogado es aquel al cual se pide, en primer término, la forma esencial de la ayuda, que es, propiamente, la amistad”.
Precisamente esa sensación esperanzadora, que se desprende de un concejo oportuno, de un apretón de manos o de una visita carcelaria, es lo que, a mi juicio, vuelve perenne a este ejercicio cuyos inicios se remontan a Roma, donde se desarrolló por primera vez, de manera práctica y socialmente organizada la profesión de abogado; palabra que viene del vocablo latino advocatus, que significa “llamado”, porque entre los romanos se llamaba así a quienes conocían las leyes para auxilio y amparo de todo aquel que lo necesitara.
La historia nos ha conservado el nombre de tres grandes abogadas romanas: Amasia, Hortensia y Afrania, llamada también Calpurnia, esposa de Plinio «El Joven». Con ella sucedió un caso de antología que fue determinante para el futuro de la mujer en la abogacía; dado que, al excederse en su lenguaje ante los jueces y otros abogados, propicio que se dictara una ley que la suspendió de por vida del ejercicio profesional y a su vez se prohibió a las mujeres ejercer la abogacía; situación que duró por varios siglos.
En nuestros días, la Ley 1905 del 2018 creó el examen habilitante para trabajar como abogado en Colombia. La prueba de Estado pretende validar la idoneidad del graduado de Derecho y así permitirle acceder a la tarjeta profesional. Este requisito no es nuevo en el mundo, tanto que, en la Unión Europea como en Estados Unidos, Chile o Perú, se requiere este examen para poder ejercer la abogacía.
Pero hay un tema esencial en la práctica jurídica, que está muy ajeno de poderse evaluar y que es fundamental: la Ética, en donde, la responsabilidad profesional, hará que cada abogado pueda realizar de forma justa y honesta su trabajo. Abogados sin ética no son más que piratas del derecho.
*Abogada docente
