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De los pingos, los regalos y las pensiones

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Resumen

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Pocas veces podremos apreciar los impactos psicológicos que la violencia deja en las personas, como lo estamos haciendo con nuestro mandatario actual. ¿A qué gobernante se le ocurre declarar día cívico el día de su cumpleaños y que coincide, además, con el nombre del grupo terrorista al que perteneció? Se me avienen dos tipos de personas: los pingos y los bullies. ¿Cuál era la idea al desgastar la economía nacional en 900 millones de dólares que vale un día de producción en Colombia? Los flojos celebran la vagancia, pero al empresario le cuesta el hechizo populista. Con tanto por revisar en procesos estancados y la reforma pensional a punto de ser aprobada, solamente le faltó escribir en el decreto “lluvia de sobres”, por su cumpleaños.

Sin embargo, hablemos de la reforma pensional. El sistema actual tiene dos regímenes: el público, Colpensiones; y el privado, las AFP. El objetivo de la reforma es “unificarlo para hacerlo más sostenible para los colombianos” y habla de cuatro pilares: El Solidario consiste en otorgar una renta básica de jubilación a todas las personas mayores de 65 años que no hayan podido cotizar lo suficiente. El Semicontributivo, es una renta vitalicia para aquellas personas que no se pudieron pensionar, pero que sí tienen semanas cotizadas. El contributivo, Colpensiones recibirá las cotizaciones que tienen hasta 3 salarios mínimos mensuales legales vigentes y los empleadores realizarán un aporte del 75 % del total de la cotización. Por último, el ahorro, que sería el complemento para el que quiera ahorrar y luego adelantar su edad de pensión.

Primero que todo, es importante entender que las fórmulas para calcular las pensiones son de las más complejas en economía. Se tiene en cuenta la esperanza de vida, gastos del sistema, el ajuste ante los desfases del sistema, los ingresos, y otras. El superávit tiene que ir a un fondo de reserva esperando ser usado de la mejor manera. Adicionalmente, está el factor de sostenibilidad que siempre restará sobre el importe de la pensión, puesto que la esperanza de vida va en aumento a lo largo del tiempo y el cociente entre las esperanzas de vida siempre será un número menor que 1. Pero acá no calcularemos nada, porque sencillamente no nos dirá nada.

Empero, lo dicho en la reforma del gobierno suena muy bonito y dulce para el oído del ingenuo, pero es nefasto para el trabajador que, en temas macroeconómicos, olvida que su aporte es para el jubilado y la plata de su jubilación vendrá de los que comienzan la molesta faena. Estamos acostumbrados a estimar que no hay plata por la corrupción, pero olvidamos que normalmente es por los “despiporres” matemáticos de ignorantes con iniciativa que juran que todo se soluciona imprimiendo billetes. Y la paradoja de estas reformas es que pretenden que se trabaje menos y se aporte menos, aunque gastando más. Las pensiones son salarios diferidos; deducciones de los ingresos del trabajo para pagar una entrada decente en la vejez.

Por esto, si alguien dice que es posible ampliar la cobertura y los beneficios sin que haya más contribución, está mintiendo. Si afirman que la demografía, el mercado laboral, la equidad, las finanzas públicas o la regulación del sistema no importan, también miente. Uno no pinta la casa para que le quede más fea; mejor dejarla como está y no interrumpir la dinámica del hogar. Para que esos cambios de magnitudes inmensurables funcionen, es sensato escuchar a los expertos. Desafortunadamente, nuestro personaje es de los que limpia la cocina con el trapo del inodoro. Cree que está purificando, pero lo que hace es esparcir la porquería por donde comemos.

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