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Trabajo para migrantes venezolanos es un camino lleno de barreras en Colombia

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Resumen

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Un mercado laboral altamente informal, largos procesos burocráticos y escasa información son algunas de las principales dificultades que enfrentan los migrantes venezolanos al buscar empleo en Bogotá y otras ciudades del país.

Así lo revela una reciente investigación realizada por la Pontificia Universidad Javeriana en colaboración con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que examina la situación socioeconómica de esta población en la capital colombiana.

Desde 2019, miles de venezolanos han cruzado la frontera hacia Colombia, huyendo de la grave crisis económica en su país. Ramiro*, un licenciado en educación inicial, es uno de ellos.

Su travesía comenzó una madrugada, dejando atrás a su esposa e hijos en el estado de Trujillo. La hiperinflación había hecho insostenible su situación. Sin embargo, su búsqueda de un trabajo acorde a su formación se convirtió en un desafío mayor.

Tras semanas de intentos y desplazamientos por varias ciudades, terminó empleándose en labores del campo para poder enviar dinero a su familia, un destino que no había imaginado.

La investigación de la Javeriana revela que esta experiencia no es única. De acuerdo con datos de la ONU, más de 2,8 millones de migrantes venezolanos han llegado a Colombia hasta enero de 2024. La profesora Juliana Morad, directora del Departamento de Derecho Laboral de la universidad, enfatiza que el país ha tenido que adaptarse rápidamente a esta nueva realidad.

Aunque la llegada de migrantes representa una oportunidad para enriquecer el capital humano, la mayoría enfrenta barreras que les impiden acceder al trabajo formal.

“Sin una situación regularizada, los migrantes no pueden obtener documentos y, por ende, se ven excluidos de contratos laborales”, explica Morad. Esta precariedad no solo los hace vulnerables, sino que también limita su acceso al sistema de salud y a otras garantías laborales esenciales.

La investigación revela que el 54 % de los migrantes se reporta como desempleado, y aunque el 17 % posee títulos profesionales, enfrentan complicaciones en la homologación de sus credenciales.

Los trabajos que predominan entre los migrantes son en sectores informales, como plataformas de domicilios, cuidado de personas, reciclaje y ventas ambulantes.

Ante la falta de oportunidades, muchos han establecido redes de apoyo entre ellos, donde las mujeres juegan un papel crucial al orientar a sus compatriotas sobre recursos y oportunidades disponibles, como asistencia legal o empleo.

En febrero de 2021, el Gobierno colombiano implementó el Estatuto Temporal de Protección para Migrantes Venezolanos, una medida que ha facilitado la regularización de muchos de ellos.

Morad resalta que este decreto ha permitido que un mayor número de migrantes, incluidos técnicos y profesionales, se integren al mercado laboral. Sin embargo, a pesar de los avances, persisten dificultades, especialmente en cuanto a la información sobre derechos laborales y beneficios.

Ramiro, tras años de esfuerzo y perseverancia, logró regularizar su situación y, en 2023, consiguió empleo como educador de primera infancia. “La vida es muy diferente ejerciendo mi profesión”, afirma.

Sin embargo, Morad advierte que aún hay muchos migrantes que permanecen sin papeles ni permisos, enfrentando barreras en la comunicación y en el acceso a la información sobre sus derechos.

La investigación concluye que la migración es un fenómeno contemporáneo que requiere un enfoque inclusivo en las políticas laborales y sociales.

“Debemos replantear cómo aprovechamos estos talentos para fortalecer el mercado laboral colombiano”, subraya Morad. Un estudio de la OIM indica que, solo en 2022, el trabajo de migrantes aportó más de 529 millones de dólares a la economía del país.

Aunque se han logrado avances en educación y salud, la Universidad Javeriana propone que la reforma laboral en curso contemple la no exigencia de regularización como requisito para acceder a empleo formal.

Mientras tanto, Ramiro y su familia continúan esperando que su esposa pueda homologar su título profesional. “La clave es tener paciencia y seguir luchando por nuestra familia”, sostiene con esperanza.

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