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Grafiti “Las cuchas tienen razón” generó inconformismo en Bucaramanga y no cayó bien en la Alcaldía

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La escultura ‘Camino de las Hormigas’, uno de los referentes urbanísticos más emblemáticos de Bucaramanga, fue recientemente intervenida con el grafiti “Las cuchas tienen razón”, generando una polémica que ha dividido opiniones en la ciudad. Ubicada en el parque Las Hormigas, sobre la autopista Bucaramanga–Floridablanca, la obra fue vandalizada con esta intervención que hace parte de una campaña artística y social de alcance nacional.

El alcalde Jaime Andrés Beltrán rechazó enérgicamente el acto, calificándolo como un atentado contra el patrimonio urbano de la ciudad. “La libre expresión no puede convertirse en un pretexto para afectar el desarrollo urbanístico de Bucaramanga. Este tipo de actos no deben ser considerados como arte cuando dañan obras existentes”, afirmó el mandatario, quien anunció que su administración trabaja en una reglamentación para regular expresiones artísticas en espacios públicos bajo la normativa vigente.

Un mensaje de memoria y resistencia

El grafiti forma parte de una campaña creada originalmente en Medellín para visibilizar la memoria de las víctimas de desaparición forzada, especialmente en el contexto de La Escombrera, un sitio emblemático de dolor y resistencia para las madres de los desaparecidos. Esta frase, replicada en varias ciudades del país, busca rendir homenaje a las madres y mantener viva la exigencia de justicia.

Aunque en Bucaramanga la intervención ha encontrado apoyo entre colectivos artísticos y sociales, su ubicación sobre una obra patrimonial ha generado rechazo en sectores ciudadanos y oficiales, que consideran que afecta el valor de la escultura y su entorno.

Patrimonio vs. libertad de expresión

La controversia resalta el debate entre la preservación del patrimonio urbano y la libertad de expresión en espacios públicos. Mientras algunos colectivos defienden el grafiti como una forma legítima de protesta y memoria, la Alcaldía insiste en la necesidad de proteger el patrimonio sin deslegitimar las causas sociales.

Este caso pone en evidencia la necesidad de un diálogo entre artistas, autoridades y comunidades para garantizar que las expresiones artísticas cumplan un propósito social sin perjudicar obras preexistentes, fomentando así una convivencia armoniosa entre el arte y el urbanismo en la ciudad.

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