Resumen
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, realizó un ritual de perdón con pastores evangélicos por la corrupción en su gobierno, lo que generó críticas y escepticismo en las redes sociales.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
En una inusual ceremonia en el Palacio de Miraflores, Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, se reunió con un grupo de pastores evangélicos para realizar un ritual de perdón por la corrupción y la soberbia que ha marcado su gobierno. El encuentro, capturado en un video que circula ampliamente en redes sociales, muestra al mandatario venezolano junto a los religiosos, con los ojos cerrados y participando en la oración de arrepentimiento.
El pastor Enrique Villalba, visiblemente conmovido y de rodillas, sostuvo la bandera de Venezuela mientras rogaba a Dios por el perdón de los actos corruptos cometidos por las autoridades. "Perdónanos, señor, por nuestras faltas, nuestra inmoralidad, nuestra corrupción", clamó el pastor ante la presencia de Maduro y otros líderes presentes en el Salón Boyacá del Palacio de Miraflores.
Durante la ceremonia, Maduro también hizo declaraciones simbólicas, decretando el Palacio de Miraflores como "la casa de Dios, del pueblo de Cristo", y anunciando que el 15 de junio se declarará como "el Día del Arrepentimiento en Cristo y el Día de la Esperanza".
Sin embargo, la iniciativa no ha estado exenta de críticas y burlas en las redes sociales. Internautas catalogaron el evento como un "show" del presidente venezolano y expresaron escepticismo hacia las verdaderas intenciones detrás de este gesto religioso. "Puro engaño y decepción. La hipocresía del dictador a su máxima expresión", comentó un usuario.
Otros recordaron episodios previos de Maduro relacionados con prácticas esotéricas, como su supuesta relación con brujos y santeros caribeños en eventos pasados. Estas críticas subrayan la polarización y la desconfianza hacia el liderazgo de Maduro en un contexto de crisis política y social en Venezuela.
El video ha avivado el debate sobre el papel de la religión en la política y la legitimidad de los gestos simbólicos en un país marcado por la crisis económica y social. La reacción pública continúa dividida entre la aceptación de un acto de arrepentimiento y la desconfianza hacia la sinceridad de los líderes políticos.
