Resumen
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)No había terminado de secarse la tinta del recibido en la sentencia del alcalde Jaime Andrés Beltrán, cuando ya las dependencias del Tribunal Administrativo de Bucaramanga parecían haber inaugurado una nueva temporada política.
Mientras se dictaba el fallo, comenzaban a abrirse sedes de campaña para las próximas elecciones, organizándose reuniones partidistas, estampándose camisetas, reservándose vallas publicitarias, celebrándose fiestas a punta de aguardiente y, cómo no, emitiéndose comunicados tan cínicos como el del ex candidato a la alcaldía Jaime Calderón.
En su pronunciamiento, Calderón invitó a Beltrán a apartarse del cargo y “aceptar las decisiones de los jueces", convocando a un supuesto “frente amplio por la restauración moral” de Bucaramanga. ¿Frente amplio? ¿Restauración moral? Cuánto quisiéramos ver al doctor Calderón exigiendo al gobierno de Gustavo Petro esa misma restauración moral para el país. Que le pida al presidente que respete las leyes en lugar de desconocer los pronunciamientos de las autoridades. Que lo invite a cumplir con sus promesas de dignificación hacia las mujeres, evitando el nombramiento de misóginos impresentables en el servicio público. Pero no. Aquí la moral pública solo se predica cuando conviene.
Cuánto me gustaría verlo en el concejo proponiendo soluciones reales a los problemas de los bumangueses, esas diez mil respuestas mágicas que solo le brotan en tiempos de campaña. ¿A qué debates públicos ha asistido en el último año? ¿Cuántos barrios visitó en el 2024 para hablar con la gente? ¿Dónde están sus posturas sobre los desacertados pronunciamientos del concejal Jorge Flórez de su propio partido Pacto Histórico? La respuesta es la misma: ninguna. Porque hablar de moralidad y dignidad desde la comodidad de la casa es sencillo, pero recorrer las calles, escuchar las necesidades y saber cuáles luchas merecen dárselas, es algo que un hombre como Calderón jamás entenderá.
Antes de venir a dar cátedras de ética a Bucaramanga, sería bueno que resolvieran primero la inexistente moralidad del gobierno petrista y dejar de prometer lo que ni ellos mismos conocen. Si la sentencia del tribunal es confirmada por el Consejo de Estado, los ciudadanos deben entender que se tendrá un gobierno de transición.
Es evidente que la contratación para el 2025, donde Beltrán seguirá siendo alcalde, quedará diezmada para el momento que llegue un posible sucesor. Y para el 2026, quienquiera que llegue deberá enfrentarse a un año electoral que redefinirá el destino del país. En este contexto, si las nuevas elecciones llegasen a darse, el próximo alcalde no será solo un administrador: se convertirá en un estandarte político para la defensa de la democracia.
¿Quién tiene el talante para asumir ese reto? ¿Quién posee el discurso, la preparación, el arrojo y la visión política para enfrentar esa responsabilidad? Esto no se trata de hacer componendas para repartir una burocracia insulsa o apropiarse ilegalmente de recursos públicos. Es hora de abandonar las vanidades mezquinas y las peleas absurdas en Twitter. El verdadero desafío es reflexionar profundamente sobre en manos de quién dejamos el destino de esta ciudad. Bucaramanga no necesita ambiciones pequeñas; necesita liderazgo con grandeza.