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Autogolpe y contragolpe

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Resumen

El presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, decretó ley marcial para combatir supuestas actividades antiestatales. Esta acción fue interpretada como un autogolpe. Sin embargo, la presión ciudadana y legislativa revirtió la medida en solo tres horas, destacando la resistencia democrática.

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Por: Diana Montes

Frenéticos fueron los acontecimientos que sucedieron en Corea del Sur en la noche del martes 3 de diciembre y madrugada del miércoles 4 de diciembre: el Presidente Yoon Suk-yeol decretó la ley marcial, lo que prohibía las protestas, proscribía la actividad de los partidos políticos, cerraba la Asamblea Nacional (el órgano legislativo surcoreano), eliminaba la libertad de expresión, habilitaba el control militar de los medios de comunicación, permitía capturas sin orden judicial y los juicios sumarios sin garantías procesales. En suma, se trataba de una declaración lisa y llana de una dictadura militar, tal como se las describe en los libros de texto.

La excusa que usó el Presidente Yoon Suk-yeol fue que era necesario combatir las actividades “antiestatales” de la oposición, a quienes acusó de estar confabulados con conspiraciones comunistas provenientes de Corea del Norte.

Sin embargo, nada de esto era cierto. En un comunicado emitido por el Departamento de Estado de los Estados Unidos (es decir, el Ministerio de Relaciones Exteriores de allá), el gobierno estadounidense dejó claro que no existía ninguna información fiable que respaldara las acusaciones del Presidente a la oposición. La realidad es que el Presidente está a punto de ser destituido porque su esposa está inmiscuida en actos de corrupción. Es decir que, al no tener fundamento en hechos ciertos, la declaratoria de la ley marcial era arbitraria y contraria a la Constitución: se trataba de un autogolpe de Estado.

Pero la magia sucedió después: a pesar de que el Presidente había hecho su anuncio a altas horas de la noche mientras la ciudadanía estaba durmiendo, muchos despertaron de sus camas y salieron a las calles a protestar; a pesar de que la Asamblea Nacional estaba rodeada por el ejército, los diputados de oposición, con apoyo del pueblo en las calles, pudo abrirse paso en el edificio para hacer una sesión extraordinaria. Finalmente, lograron el quórum necesario y 190 diputados votaron a favor de levantar la ley marcial, orden que el Presidente se vio obligado a acatar por ley y por presión ciudadana. La ley marcial duró tres horas.

A los dictadores hay que frenarlos en seco en su primer intento de asaltar el poder. Si se los deja coger impulso, más adelante las consecuencias para los pueblos son irremediables. El contragolpe ciudadano en Corea del Sur nos ha dado una gran lección.

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