Resumen
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Por: León Sandoval Ferreira
Frente a un café negro y sin azúcar hilvano las siguientes líneas aproximativas sobre la calidad del que se consume en Colombia, no sólo como hecho histórico desde que un afamado sacerdote jesuita, Francisco Romero Torres (1807-1874), colocaba como penitencia a sus prosélitos la siembra por centenas de matas de café en el Gran Santander por allá en el Siglo XIX, lo que lo hizo ser uno de los precursores de su siembra masiva y que llevó al Gran Santander a ser la primera región cafetera del País. Posteriormente, la economía cafetera tomó la puntera, convirtiendo a Colombia en el País Cafetero por antonomasia con el esplendor del Eje Cafetero como fuente de la bonanza económica de la segunda parte del Siglo XX.
Hoy por hoy Colombia goza de afamada reputación cafetera y sus preciados cafés se producen en casi en todo el territorio nacional; afamados por la mejor calidad y consumibles en todos los mercados del mundo. Entre sorbo y sorbo de un café caliente, amargo alimonado y cerrero, vale la pena preguntar ¿Si Colombia es un País cafetero no sólo por su producción masiva también por el consumo, por qué en Colombia se consume café de tan baja calidad?
Si un colombiano quiere tomarse un magnífico café con toda certeza no lo va a encontrar en una cafetería de barrio, ni en una de las grandes y poderosas cadenas multinacionales que tienen cafeterías en el País, deberá viajar al extranjero así sea a un país vecino y, también con toda certeza, allí podrá degustar un café de calidad ¿Será verdad el adagio aquel que en casa de herrero azadón de palo? Los colombianos se acostumbraron a consumir café de mala calidad. Más allá del manido argumento que, el mejor café se exporta y el de mediana-baja calidad se deja para el consumo interno, pareciera una penitencia no tener derecho a café de óptima calidad para el consumo interno.
Es cierto que hace rato Colombia dejó de ser un país productor de café. El cultivo de café ha sido desplazado por otros productos agrícolas entre ellos, las matas que matan, tan consumidas hoy recreativamente por muchos y tan preciadas por algunos sectores del poder, lo que no debería ser acicate porque por muy incívico que sea el colombiano promedio no debería ser castigado con café tan malo para el consumo interno. El colombiano es asiduo tomador de café. El primer hervor para muchos es el café desde la primera luz matutina hasta tarde en la noche, y para otros, el café es el único consuelo comestible en el día acompañado de un pan o una galleta de soda. Para los servidores públicos las grecas con café se desocupan entre taza y taza que se consumen burocráticamente. Debería haber un estudio sobre la influencia de la greca de café en la gestión del servidor público colombiano ¿Por qué se hace creer al colombiano que produce uno de los mejores cafés del mundo que, muchos jamás degustarán?
La dolorosa verdad, lo que toma la gran mayoría de colombianos y sabe tan delicioso, es aguapanela oscurecida con café, el sabor agradable de la panela termina disfrazando la mala calidad del café. Ojalá algún día los productores y comercializadores de café piensen que los colombianos de a pie, los del barrio, los de la tienda, los del termo rodante servido en vaso plástico deberían tener también derecho a consumir café de excelsa calidad.
En conclusión, algún día el colombiano viajará fuera de las propias fronteras y probará café que, al inicio le parecerá extraño, luego de la segunda taza despertará del engaño y, dirá: Carajo que mal café se toma en mi tierra, parte del nacionalismo es reconocer lo de la tierra primero, pero con calidad.