Resumen
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Por: León Sandoval Ferreira
Los latinoamericanos promedio no tenemos claro nuestro árbol genealógico. Nuestra ancestralidad es un misterio, a duras penas conocemos sobre un abuelo o un bisabuelo su procedencia y oficio.
En Latinoamérica no existe una cultura genealógica cómo si la hay en otros lares, las culturas milenarias, por ejemplo. Que un latinoamericano tenga clara su ancestralidad es una excepción a la regla. Justamente, comentando con mi amada esposa sobre el tema, surgió la pregunta ¿Cuántos ancestros tenemos?
Si partimos de la base que todos provenimos del primer hombre y la primera mujer, podríamos formular varias hipótesis, a saber: Todos tenemos un mismo ancestro común.
Que nuestros más antiguos ancestros se reprodujeron entre consanguíneos, lo que reduciría significativamente el número de ancestros. No obstante, fue interesante indagar un poco al respecto para tener una idea aproximada y tratar de desentrañar la complejidad de la pregunta.
En principio, desde las leyes de la naturaleza, sin considerar casos excepcionales de reproducción entre consanguíneos, ejemplo, hijos concebidos entre parientes directos.
Todos los seres humanos tenemos como ancestros en orden ascendente a los siguientes humanos: 2 padres, 4 abuelos, 8 bisabuelos, 16 tatarabuelos, y los choznos ascendientes: 32 trastarabuelos, 64 cuartos abuelos, 128 quintos abuelos, 256 sextos abuelos, 512 séptimos abuelos, 1.024 octavos abuelos, 2.048 novenos abuelos, 4.096 décimos abuelos, hasta aquí hablamos que se requirieron 8.190 seres humanos remotos para que Ustedes y Yo llegáramos a la vida, lo que equivaldría a 13 generaciones y aproximadamente 500 años de historia, y las cuentas no paran ahí.
Los estudiosos indican que entre Abraham y Jesús hubo 42 generaciones. Los científicos concluyeron que entre la salida del Homosapiens desde el África han transcurrido 8.000 generaciones y 72.000 años.
Para el amado pueblo judío, que recientemente celebró Rosh Hashana para dar inicio al año 5.785, han transcurrido aproximadamente 192 generaciones desde Adam. De tal forma, queridos lectores, la aritmética está a pedir de boca.
Lo bonito de este ejercicio de reflexión es pensar sobre nuestra individualidad y la carga genética que soportamos productos del milagro de la reproducción. Debemos la existencia a personas que tuvieron sexo consentido o no, y ello permitió que el milagro de la vida floreciera, se replicara de individuo en individuo hasta llegar a nosotros; a su vez, cumplimos con la misma función al replicarnos en nuestros hijos en la cadena de la vida humana.
Somos eslabones de la vida, eslabones que se abren para permitir que unos partan y se cierran para que otros lleguen para reemplazarlos, permitiendo así el milagro permanente de la existencia humana.
Nuestra identidad genética está conformada por miles y miles de personas que nos han precedido. De cada una en mayor o menor proporción conservamos su carga genética. Somos un caldo celular muy bien dispuesto por quienes nos han compartido su ADN.
A partir de allí se empieza a definir nuestra propia individualidad. En igual forma, también transferiremos algo nuestro a nuestros descendientes. En esencia, los seres humanos todos, compartimos uno que otro alelo, por ende, nos hacemos parientes remotos más allá de la cultura y lugar, La Especie Humana.
La matemática es una ciencia exacta que nos permitiría hacer cálculos a partir de hechos históricos. La Inteligencia Artificial permitirá dar una respuesta teórica con alguna aproximación de certeza a la pregunta que lleva por título este artículo.
No obstante, lo importante de esta pregunta es el hecho que, permite tomar conciencia para entender la razón que le asistía al divulgador científico Carl Sagan (1934-1996) cuando decía que los humanos somos polvo de estrellas, no porque en su escepticismo teológico lo concluyera.
Mejor aún, porque El Eterno bien lo sentenció en su promesa hecha a Abraham, tu descendencia será como las estrellas del cielo y como las arenas del mar. Somos constelaciones de estrellas, somos lo que fuimos y lo que seremos.