Resumen
Claudino Pérez, líder espiritual Uitoto de Colombia, fue liberado tras dos años en cárcel mexicana por portar ayahuasca, que contiene DMT, ilegal en México. El caso ilustra la colisión entre prácticas ancestrales y leyes antidrogas. Pérez ahora retoma sus rituales con ayahuasca.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Un episodio que destapa la colisión entre prácticas ancestrales y leyes antidrogas. Claudino Pérez, un taita (autoridad espiritual) de la comunidad Uitoto de Colombia, ha vuelto a ejercer sus ceremonias con ayahuasca después de pasar dos años en una cárcel mexicana. Pérez fue detenido por portar esta sustancia milenaria en el aeropuerto de Ciudad de México, cuyas botellas contenían Dimetiltriptamina (DMT), considerado ilegal en México.
Este medicamento espiritual de origen amazónico, consumido por un amplio 84% de indígenas colombianos mayores de 12 años, es parte integral de sus prácticas culturales y curativas. Las autoridades mexicanas, sin embargo, lo sitúan en otra categoría debido a la presencia de DMT, que la ley mexicana vincula a un "problema especialmente grave para la salud pública", aunque no se haya probado su potencial adictivo.
Luego de su captura en marzo de 2022, la fiscalía aspiraba a una condena de 25 años por la "introducción de narcóticos". Afortunadamente, el proceso judicial terminó en una audiencia de sobreseimiento, cuando un juez determinó insuficientes las causas de la detención, dejando en libertad a Pérez.
La situación de Pérez no es aislada. En años recientes, otros ocho individuos, incluyendo miembros de comunidades originarias, han enfrentado situaciones similares en México antes de ser exonerados.
Desde su liberación, Pérez reanudó sus viajes alrededor del mundo difundiendo sus sesiones curativas con ayahuasca, una especie de remedio para el alma buscada tanto para mitigar dolores físicos como para combatir adicciones.
"Nos catalogan como narcotraficantes", lamenta Pérez, criticando la falta de distinción entre sus actividades culturales y el crimen organizado. Con 63 años y la firme defensa de su herencia cultural, el curandero rechaza las prohibiciones que limitan su misión sanadora.
