Resumen
Tres hermanos, admirados por su integridad y humildad, se corrompieron tras alcanzar poder y dinero, traicionando a amigos y principios. Se cuestiona en qué momento el poder y la inmoralidad dañan a personas inicialmente virtuosas, revelando un escenario adecuado para su transformación.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)De politiqueros a millonarios, millonarios con recursos del estado… lindos los protervos. No sé si darle crédito a la frase de Rousseau: “El hombre es bueno y la sociedad lo corrompe”, quizás tan solo se deje corromper; qué decir de tres hijos de una ejemplar mujer, integra y para resumir sus virtudes, una gran mamá que con garras de leona cría con creses y mil necesidades a sus amados hijos, que como toda familia de la época surgieron de una humildad abismal y sociedad despiadada. Hijos admirables y dedicadamente académicos, cuya madre ejemplar, los guiaba y orientaba con gran sacrificio.
Familias promedio que crecían en una época en la que había que reinventarse ante los miles de adversidades. – Ser un buen ingeniero, bueno en este caso tres; grandes seres humanos, virtuosos, con calidades humanas infinitas, probos y honestos de quienes se percibía un buen actuar que enseñó mamá; en ese entonces, queridos por sus amigos, respetados por sus pocos adversarios, pero hoy en día, sin amigos y con miradas desobligantes de sus enemigos; y solo, aliados malvados.
¿En dónde se tuerce un buen ser humano?, ¿Con el poder?, ¿Con el dinero? Decidieron pasar el Niágara en bicicleta y lo lograron, el problema es quién los ayudo a pasar, un leviatán que termina devorándolos. Pasar de idolatrar a su mamá a decirle –¡Mejor no se meta en eso! – Hasta dónde permitimos como padres que crucen la fina línea del acatamiento a la prepotencia, engaño, falsedad y patanería.
Tres hermanos que eran ejemplo de un pueblo que aplaudió sus esfuerzos, hoy los desconoce y ve sus tendenciosas actitudes y comportamientos acomodaticios y poltrones; atrás quedaron esos amigos que les saludaban con calurosas palabras y abrazos sinceros, los que en navidad se tomaban la molestia de ir a llevar una tarjeta y un detalle de hermandad; hoy, todo se mide por votos, dinero y aportes. – se abrió un espectro social y los llevo ahí a donde querían estar.
Un buen día decidieron trampear a sus amigos y familiares; se acomodaron en una inmoralidad manifiesta y se sentaron en ese nivel oscuro y fugaz. Intentar hacerle creer a nuestra progenitora que la moral y los principios ahora tienen otros matices, creo, es aceptar que se vendió el alma; hasta Bart Simpson fue más sensato con ese tema. Acudo a palabras de un gran amigo que dice “Nadie se vuelve así por así, solo que faltaba el escenario propicio y se salta sobre él sin pensarlo”.
¿En qué momento unas mentes prolíficas pasaron de olvidarse de la humildad de su pasado a crear alianzas nefastas y necrófilos proyectos para un pueblo que espera con ansias unos líderes que se unten y sientan a su pueblo? Quizás nuestros actuares están más enfocados al estilo de Julios Henry Marx (Groucho): “Estos son mis principios, pero si no le gusta, tengo otros”. * Ingeniero Civil