De regreso al arado
Resumen
El joven Lacides regresa a su tierra Natal después de recorrer el mundo, llevando consigo los valores de su abuelo. Encuentra las ruinas de su infancia y, al hallar el bastón de su abuelo bajo los escombros, lo entrega como cetro a su hija para celebrar sus quince años.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
El joven Lacides salió de quince años de edad de su tierra natal, y dejó atrás las montañas de su niñez y los caminos de vida que aprendió a recorrer con los valores inculcados por su amigo y abuelo Modesto. Recién cumplió cinco añitos, el niño Lacides fue acogido en medio de la humildad y la riqueza absoluta que les ofrecía su casa en el campo.
Ese día el pequeño estaba afectado de los bronquios y debió dormir en casa de su abuelo Modesto por causa de un aguacero que duró varias horas. Lacides vivía con sus padres en otra casita cercana, construida en paredes de tapia, techada con hojalatas y remiendos de paja; el piso de tierra, y afuera había caminitos de piedras entre jardines, pasto y maleza; de las ventanas de madera caían cascadas de flores que aromatizaban el frio de la niebla. Un cafetal, cortes de yuca y frutales cercaban la casita. Tenían unas gallinas, tres perros, dos gatos y la mula para cruzar las trochas con las cargas de las cosechas.
Como caía una tormenta no podían exponer al niño a la inclemencia del clima. Sus padres usaron la mula para regresar a casa y cuidar los animales. Mientras dormían, la casa rodó bajo el lodo que arrastró con todo a su paso sin dejar rastro de nadie y de nada. Esa noche fue infernal por el estruendo de la tormenta, y solo, hasta el otro día, Modesto encontró que la casita de su hijo ya no existía.
Modesto se dedicó al cuidado del pequeño, y aunque solo sabía sumar y restar, le enseñaba matemáticas. Con su abuelo velaban por la salud de la abuelita hasta el día que ella perdió la batalla por vivir. La vida les cambió por completo en un instante, y Lacides salió de casa tras inhumar a los abuelos, y partió con los valores, la enseñanza y la dignidad de su abuelo como ejemplo en busca de recuperar lo que la vida le quitó… ¡El amor de su familia! Lacides recorrió el mundo y regresó a su tierra para celebrar los quince años de su hija y de paso mostrarles los rastros de su infancia.
Desconoció la ladera, y en el rancho del abuelo encontró los candados corroídos, las puertas colgadas de las ruinas y el tejado desplomado; aún, se conservaban borrosos los dibujos y las matemáticas de carbón en las paredes. ¡Aquí está mi infancia!, aquí, bajo las ruinas fue donde soñé con ustedes, mi familia… Los tres se abrazaron y estallaron en lágrimas. Lacides removió escombros sin saber que buscaba y lo encontró. ¡El bastón del abuelo! Lo tomó en sus manos con firmeza y lo convirtió en el cetro de su hija y se lo entregó junto a los títulos de la finca. Es tu regalo de quince. Ahora puedes honrar a mis padres, y a mis abuelos quienes me pidieron que regresara el día que mi felicidad alcanzara el sueño de mi niñez.
Pasó el tiempo y la niña se casó; levantó una réplica de la casita de Modesto y allí terminaron Lácides y su esposa los últimos días de su existencia.