Resumen
Milcíades esperaba recibir sus medicamentos después de meses, pero la logística deficiente del dispensario deja a él y otros pacientes sin medicinas. Aunque prometen mejoras, la espera y frustración continúan, reflejando problemas en el sistema de salud.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Milcíades estaba feliz, muy feliz, por el ruido que había en la despensa de medicamentos de su EPS y de inmediato llamó a su esposa para avisarle que Papá Noel por fin llegaría pronto con las anchetas de medicamentos y que hacía tres meses no le despachaban. Mija, mija, le tengo la buena noticia… ¡Viene Papá Noel con medicinas!
Fidelina su esposa brincó de la emoción porque de nuevo tomaría el acetaminofén para aliviar todos sus dolores incluidos los del alma.
Eran las ocho de la mañana y don Milcíades logró ingresar al dispensario a tomar el ficho del turno en medio de la algarabía, mientras su esposa rebuscaba las ordenes médicas listas para vencerse, unas vencidas, y enviárselas con un domiciliario. Don Milcíades venía de la consulta médica que le habían programado tres meses atrás y pasó a reclamar su nueva fórmula de Losartán, metoprolol y la de moda, ¡Paciencia!
Una hora después de hacer fila Milcíades recibió el turno ochenta y esperó en la puerta de al motorizado con las fórmulas de su esposa. Dos horas después de la hora que había transcurrido esperando el turno para el turno, Milcíades estaba asustado porque sería atendido antes de que el motorizado llegara con los originales ya ilegibles de tanto presentarlos en la fila de pendientes.
Ni el uno ni lo otro. La espera era interminable y el fichero solo avanzó veinte puestos. ¡Que carajos! Insistía feliz, pues finalmente llegarían a casa los medicamentos que aliviarían los malestares de su Fidelina y su tensión se regularía hasta la próxima entrega del posfechado.
La algarabía se tornaba cada vez más molesta, mientras que unos pacientes salían decepcionados y otros impacientes energúmenos porque después de dos y tres horas de espera sus anchetas navideñas venían con un desprendible de “pendiente”. Se preguntaba don Milcíades, ¿cómo es eso de pendientes si la mayoría somos dependientes? Cosas que pasan señor, le dijo don Rafael quien era el que más se quejaba del sistema y estaba de acuerdo con los ajustes que se están haciendo en la salud. ¡Es el cambio!
Don Milcíades permanecía atento a la pantalla y Santa no aparecía con sus medicamentos, mientras Fidelina colapsó las redes telefónicas llamando a sus amigas para que también fueran a reclamar los famosos pendientes que traía Santa Claus en un tren elevado y los renos repletos de medicinas.
Santa Claus llegó vestido con su traje, pero nada trajo al dispensario, ¡Nada de nada!
A cambio de encontrarse feliz se veía bastante molesto por sus achaques y el dolor de espalda que le producía cargar el arrume de su historia clínica. Un par de horas después, salió con la bolsita de medicamentos vacía y las tirillas de ¡Pendiente! Milcíades perdió las esperanzas y la pobre Fidelina quedó sorprendida al escuchar en la radio que al dispensario se le ocurrió la brillante idea de realizar unos cambios importantes para brindar más comodidad a los pacientes. Con tanto estante vacío y ante la congestión por la masiva presencia de usuarios, el dispensario decidió retirar los estantes del local y ampliar la sala de espera.
¡Solucionado!