Resumen
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Después de más de dos décadas de haber sido desplazados por la violencia, la familia Jiménez Rangel ha retornado a la finca que una vez fue su hogar y sustento. Su historia, marcada por la tragedia, la lucha y la esperanza, es hoy un ejemplo de resiliencia y justicia.
En 1996, la desaparición de dos hijas de Alfonso Jiménez y, posteriormente, el asesinato de su esposa en 1998, los obligaron a huir. “Mi mamá puso el denuncio en la Fiscalía por la desaparición de mis hermanas, y eso desencadenó su muerte”, narró Luis Alonso, hijo de Alfonso. El miedo llevó a la familia a buscar refugio en Bucaramanga, mientras Alfonso permanecía en la finca tratando de mantener su fábrica de quesillo. Pero la amenaza constante lo hizo finalmente abandonar el predio que había trabajado con dedicación.
Años más tarde, en 2012, la familia inició un largo proceso de restitución de tierras con la Unidad de Restitución de Tierras (URT). Aunque enfrentaron numerosas dificultades, nunca perdieron la fe en regresar al lugar donde sus raíces estaban firmemente plantadas.
Finalmente, una sentencia favorable les devolvió su tierra, y con ello, una nueva oportunidad de construir su futuro en el campo. “Volver al campo es muy bonito, porque yo nací y crecí en ese lugar. Volver a pisar las tierras es sentir que volvimos a la normalidad”, expresó Luis Alonso.
Con el apoyo de la Dirección Territorial Magdalena Medio de la URT, los Jiménez Rangel han puesto en marcha un proyecto productivo que incluye ganadería sostenible, piscicultura y producción lechera, todo basado en prácticas ambientalmente responsables. Alfonso, visiblemente emocionado, aseguró que nunca perdió la esperanza. “Le pedía a Dios vida y salud para regresar a trabajar en el campo. Perdí todo: mi fábrica y mi predio, pero nunca perdí la fe”.
Desde su finca en Rionegro (Santander), esta familia invita a otras víctimas del despojo a no rendirse. “Es un proceso demorado, pero llega. Deben acercarse a la Unidad de Restitución de Tierras, abandonar el miedo y reclamar lo que les pertenece”, destacó Luis Alonso.
Hoy, la tierra que les fue arrebatada se ha convertido en un símbolo de lucha, superación y nuevos comienzos. La familia Jiménez Rangel demuestra que, pese al dolor, siempre es posible regresar y transformar el pasado en esperanza.