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El abrazo del presidente Gustavo Petro y el jefe paramilitar Salvatore Mancuso

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Resumen

El artículo relata el surgimiento del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Colombia en 1965, durante una etapa de violencia y rebelión contra el gobierno, con demandas de autonomía universitaria. En respuesta a la violencia, surgieron las Autodefensas Unidas de Colombia.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
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Hubo una etapa sangrienta y cruel de la vida nacional en Colombia, cuando empezaron a formarse las guerrillas del Autodenominado ‘Ejército de Liberación Nacional’, como una expresión de inconformidad de las comunidades universitarias, años después de que en la margen del Rio Chiquito, en los departamentos de Cundinamarca y El Tolima, se habían conformado las guerrillas de las denominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC.

El ELN tuvo su bautismo de fuego en enero de 1965, durante la ‘Toma de Simacota’ (Santander), en la que aparecieron unos jóvenes universitarios armados de panfletos, bombas, revólveres, fusiles y ametralladoras, complotados contra el gobierno del expresidente Carlos Lleras Restrepo (1966 -1970), del denominado ‘Frente Nacional’ que conformaron los partidos históricos, liberales y conservadores, donde se pretendía obtener la ‘autonomía universitaria’ para democratizar la elección de los rectores de las universidades públicas.

Aún está viva la ‘Mona Mariela’, una estudiante de la UIS que empuñó las armas por iniciativa de un pequeño grupo rebelde que encabezaba Jaime Arenas Reyes, que fue el idealista de un cambio de estructuras en Colombia, siguiendo los pasos de una propuesta que les había formulado el sacerdote Camilo Torres Restrepo, ex director del periódico ‘El Catolicismo’. La cordillera de Los Yariguies les sirvió de refugio a los primeros rebeldes que se levantaron contra el orden establecido en la Constitución Nacional y en las leyes de la República.

Imperaba en Colombia la ‘Justicia Penal Militar’ que se expresaba a través de los Consejos de Guerra, presididos exclusivamente por miembros de la fuerza pública. La Universidad Industrial de Santander fue la cuna de este movimiento guerrillero que cruzó las montañas del oriente colombiano para extenderse hacia las regiones de El Catatumbo, en la frontera colombo-venezolano, donde proponían la creación de un nuevo país, extendiendo los linderos hacia el Golfo de Maracaibo, con el fin de crear una nueva nación para manejar la industria petrolera.

En la vorágine de la guerra entre el autodenominado ‘Ejército de Liberación Nacional’ y las tropas de la Quinta Brigada, -- que para entonces eran comandadas por el coronel Álvaro Valencia Tovar, se tuvo la noticia del asalto a la población de Simacota, donde mataron a varios policías y saquearon los caudales de la Caja Agraria. Como si fuera poco el golpe de opinión, trajeron al periodista mexicano Mario Renato Menéndez Rodríguez, director de la Revista SUCESOS MEXICANOS, para filmar el asalto a un tren en la región de Las Montoyas, donde murieron varios empleados de los Ferrocarriles Nacionales.

Han pasado cincuenta y nueve (59) años de la creación en tierras santandereanas del ‘Ejército de Liberación Nacional’ que ha cometido toda clase de actos de violencia, atacando cuarteles militares y de policía, asesinando campesinos y dirigentes políticos, mientras el actual presidente de Colombia, Gustavo Petro Urrego, habla de la paz total como una bandera exclusiva de su administración y seguramente como un negocio para ciertos actores políticos de extrema izquierda, que disfrutan de la prolongación de una guerra fratricida en la que han sido asesinados valientes soldados, hijos de campesinos, que ofrendaron sus vidas en el altar de la patria.

Por eso nacieron las ‘Autodefensas Unidas de Colombia’, como una respuesta a la debilidad del estado colombiano para proteger la vida y bienes de millares de hacendados, ganaderos, agricultores y campesinos, que murieron en esta guerra salvaje. ¡Han fracasado todos los gobiernos, desde Belisario Betancur hasta nuestros días y la única paz que conocemos: es la paz de los sepulcros!

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