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El fin de la civilización

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Por: José Oscar Fajardo
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Resumen

El artículo discute que el verdadero desarrollo de un país no solo se mide por avances tecnológicos o poder militar, sino por cómo un estado maneja la salud, la educación y la cultura. Además, critica la ignorancia en política, aludiendo al crecimiento de la "Industria de la Política".

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
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La mayoría de gente tiene metido en la cabeza el concepto de que un país punta de lanza del desarrollo económico, científico y tecnológico es aquel que trabaja sobre proyectos nucleares para la defensa, que ha realizado viajes espaciales, que tiene sus propios satélites para las comunicaciones, que tiene los ejércitos más numerosos y mejor dotados, que pertenece a la élite de armados nucleares, etcétera. Y, por el contrario, que son países en vías de desarrollo aquellos que adquieren, compran o disfrutan de esas condiciones propias de los países con aceptable nivel de desarrollo económico, y eso también debe tenerse como una premisa cierta.

Pero hay algunos aspectos que nada, o poco tienen que ver con el desarrollo de altas tecnologías, y sí mucho con el estado mental, sicológico, emocional y sociológico de sus habitantes, y la gente por lo general no tiene eso en cuenta para observar cuan avanzado o atrasado se encuentra un país. Me explico. Uno o varios perros flacos y de mal aspecto en la vivienda de una familia, son un indicador de posible pobreza. Un auto fino estacionado frente a una vivienda elegante es un buen indicador de riqueza.

Pero, ojo, no vayan a confundir indicadores con índices porque eso es mortal en estadística matemática, puesto que los índices son cifras y porcentajes. Los indicadores son conceptos narrativos. Estoy seguro que una manera de demostrar altos logros en desarrollo humano y social, es con el manejo que la da un Estado y sus gobernantes a la Salud, a la Educación, a la Ciencia, a las expresiones Culturales Artísticas y al Deporte en general.

También se podría afirmar que un alto grado de civilización se manifiesta en, como los hombres tratan a las mujeres, como los hombres y las mujeres tratan a los niños, y como los hombres las mujeres y los niños tratan a los animales. Y le agregaría, como todos ellos tratan el medio ambiente. Habría, obvio, muchos más factores para adicionar. Claro que eso no se lo puedo decir, o ni siquiera insinuar a un presidente, a un Congreso Nacional, a una mayoría neoliberal gobernante. Y peor si son de otras vertientes más retardatarias y cavernícolas. Pónganse a pensar que nuestro país, con la riqueza física que tiene, ostentáramos un índice de lecturabilidad per cápita de unos diez libros al año.

Deducción: Pues que al haber menos ignorantes y menos analfabetas, disminuye ostensiblemente el índice de analfabetas laborales y en mayor proporción disminuye el número de comerciantes en política. Aclaro que yo en ningún momento estoy asumiendo que los políticos son analfabetas laborales. No, señores. Pero sí es muy cierto y me atrevo a sostenerlo, es que cada día crece la “Industria de la Política” en progresión geométrica, o de golpe exponencial, siendo ese exponente igual a N factorial, y ahí es cuando Jesucristo empieza a padecer porque (metáfora) ¿ustedes se imaginan, con el tiempo, el chofer de una chiva intermunicipal de pasajeros, con 20 millones de votos pilotando un Airbus repleto de pasajeros a 10 mil metros de altura, o dirigiendo una nave espacial para entrar en órbita lunar? Vade Retro Satanás, me atrevo a decir yo. Y el peor problema no es que uno sea bruto porque eso es una responsabilidad de papá y mamá y de la herencia cultural.

El problema del bruto es cuando no acepta que es bruto puesto que, precisamente no entiende que es bruto, pero sabe que tiene un poder enorme. Entonces ahí es cuando más se agrava la situación dado que, arribamos al punto de masa crítica, predice un postulado de la Física Nuclear, donde empieza a extinguirse la raza. Y no sólo la raza de brutos, sino de todas las razas que han superado la bestialidad. Pónganme ese trompo a bailar…

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