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El Ocio y el Costo de la Inactividad

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Resumen

Reducir las horas de trabajo puede aumentar el consumo en lugar del ahorro, lo que no siempre mejora el bienestar económico. Es importante reevaluar cómo gestionamos el tiempo libre para equilibrar el descanso y la responsabilidad financiera.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
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El debate sobre la jornada laboral ideal ha estado presente desde la Revolución Industrial. La teoría económica sugiere que una reducción en las horas de trabajo trae beneficios para la productividad como para el bienestar de los trabajadores. Sin embargo, en la práctica, esta lógica es un poco diferente, ya que el ocio también tiene su costo financiero y emocional. Mas tiempo libre, puede llevar a un mayor consumo y, paradójicamente, a menos ahorro.

En teoría, reducir las horas de trabajo debería generar una mejora en la calidad de vida del trabajador. La idea es sencilla: más tiempo libre para el recreo, la familia y el descanso debería traducirse en trabajadores más felices, lo que eventualmente podría aumentar su productividad. Economistas como John Maynard Keynes predijeron que el progreso tecnológico y económico llevaría a que las personas trabajaran menos horas, pero disfrutando de una vida más rica y satisfactoria. No obstante, ignorar los inconvenientes de estas medidas siempre trae consecuencias imprevistas.

Durante mis años en el sector petrolero, trabajé bajo diferentes esquemas de turnos. Si bien yo no era mecánico, operador o soldador, la administración se manejaba con los mismos permisos. Estos formatos me permitían largos periodos de relajo, a veces hasta 15 días completos en casa. A simple vista, esta estructura parecía ideal: después de jornadas largas y arduas, en las que a veces perdía la noción del día de la semana, disfrutaba de extensos ciclos de descanso con el bolsillo lleno. Pero lo que parecía un beneficio, venía con una trampita.

Esos días de descanso, en lugar de usarlos para ahorrar o disfrutar tranquilamente en familia, se convertían en un periodo propicio para despilfarrar. Las vacaciones frecuentes, las salidas a restaurantes, centros comerciales o simplemente el tiempo en casa se transformaban en una oportunidad para gastar más de lo que había ganado. Las tarjetas a tope y los bancos felices. La ironía es que, aunque los salarios eran muy buenos, la inactividad terminaba siendo un factor que promovía el consumo, en lugar de fomentar el ahorro. Más tiempo fuera del trabajo no significaba una vida más frugal, sino todo lo contrario. Aunque logré aprender a manejarlo, entendí que, a veces, trabajar más días de manera continua era mejor que acumular descansos extensos.

Esta experiencia personal ilustra una incongruencia importante: reducir el tiempo de trabajo no siempre conduce a un mayor bienestar económico. De hecho, el ocio, especialmente en sociedades consumistas como la nuestra, tiende a fomentar el derroche. Hombres y mujeres por igual. Esto no significa que debamos regresar a jornadas laborales agotadoras, pero sí que debemos reevaluar nuestras expectativas sobre el uso del tiempo libre. Es evidente que los sectores que trabajan cuando otros descansan, como el turismo o la hostelería, se benefician directamente del ocio ajeno. Aunque, en una economía cíclica, cuando llegan las crisis, el primer gasto que las personas recortan es el disfrute. Y, como sabemos, la manera de salir de una crisis no es descansando.

Para los economistas que proponen semanas laborales más cortas, esta es una advertencia. Los que asumen que la plata es pa’ gastarla, es cierto, solo que la idea de que nos vamos de este mundo sin nada es una manipulación marquetera que no me voy a consumir este espacio en explicar el engaño. En lugar de asumir que el ocio solo trae beneficios, debemos considerar el comportamiento económico del trabajador en su espacio personal. A veces pienso que la reforma laboral que plantea el gobierno está amangualada con X, TikTok, Instagram, Temu, Amazon y lo bancos. Más consumo, menos ahorro. Tal vez lo que necesitamos no son más horas libres, sino una nueva forma de gestionarlas: una que verdaderamente nos ayude a equilibrar descanso y responsabilidad financiera.

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