Suscribirse

Suscríbete a nuestro boletín

¡Éxito! Revisa tu correo

Para completar la suscripción, haz clic en el enlace de confirmación en tu bandeja de entrada. Si no lo recibes en 3 minutos, revisa tu carpeta de correo no deseado.

Vale, gracias

El señor de las moscas

Doris Ortega profile image
by Doris Ortega

 

“¿Qué haces aquí solo? ¿No te doy miedo? - Simón tembló. – No hay nadie que te pueda ayudar. Solamente yo. Y yo soy la Fiera”. El Señor de las moscas, de William Golding, Nobel de Literatura, 1983.

Llego abril y con este mes, en Cartagena, el cine que nos sigue mostrando a raudales que todavía conectamos con esa magia que transforma nuestras vidas desde la oscuridad, proyectando todo aquello, que deseamos, sentimos, tememos, pero sobre todo soñamos.

Recuerdo que para los inicios de la década de los años noventa, descubrí una película que ciertamente pudiese estrenarse en la actualidad, ya que su naturaleza atemporal y reflexiva impactaría, de seguro, a los cinéfilos de hoy:  El señor de las moscas, inspirada en la novela de William Golding. En este film se ofrece una visión de la esencia humana alternativa desarrollada en el Emilio de Rousseau. El título, por demás impactante, alude a la maldad, representada por Belcebú.

Pero realmente lo que me atrapó de esta trama, es que parece un experimento del que ya se conoce el final: el hombre, hasta en su tierna edad, la de la pureza y la inocencia, sucumbe a los instintos más salvajes y vuelve a su condición animal. Y precisamente a través de ese proceso involutivo de unos niños que naufragan en una isla desierta, con el transcurrir de los días, se olvidan de sus vidas pasadas, de querer volver a casa, de ser niños y también de ser hombres. La involución que atraviesan no es sólo un hecho interior, sino que se refleja también en su aspecto exterior, ya que se vuelven totalmente salvajes.

Detrás de ese símbolo de maldad, en esta obra, representado por una cabeza de cerdo descompuesta, se quiso mostrar, como los condicionamientos humanos, impregnados en la sociedad van distorsionando la percepción que tenemos de los demás, pero antes que nada de nosotros mismos. Los niños no saben contra quien están combatiendo: primero esta la lucha por la supervivencia, luego por el poder y, mientras tanto, se produce el peor combate: contra una misteriosa criatura, llamada la Fiera, que habita en la selva. Sin embargo, la bestia feroz no es nada más que fruto de la imaginación de los niños, de sus miedos más recónditos.

Desde aquella época cuando vi por primera vez, el Señor de las moscas, entendí que en Colombia estábamos condenados, como en la película, a una continua y bizantina disputa política a muerte, donde todavía los viejos fantasmas nos muestran como enemigos.  No hay cambios de paradigmas en nuestro país, lo que nos aleja cada día de esa Paz Total, acercándonos a la Guerra total, como se lo escuche a uno de los cabecillas del ELN, alias Ricardo, a propósito de lo que está sucediendo en el Catatumbo. Que el Señor de la Vida nos muestre por fin la luz al final del abismo.

Doris Ortega profile image
por Doris Ortega

Subscribe to New Posts

Lorem ultrices malesuada sapien amet pulvinar quis. Feugiat etiam ullamcorper pharetra vitae nibh enim vel.

¡Éxito! Revisa tu correo

To complete Subscribe, click the confirmation link in your inbox. If it doesn’t arrive within 3 minutes, check your spam folder.

Vale, gracias

Leer más