Fatiga tributaria

Por: Fernando Negrete Montes

Los impuestos son la parte del ingreso que se obtiene de la actividad humana en el trabajo y de otras fuentes como la propiedad de la tierra, de viviendas y edificios para arrendamiento u otro tipo de bienes muebles e inmuebles que por sí solos, no generan flujo de recursos sino por el esfuerzo aplicado en la transformación de los insumos como trabajador o empresario, los que producen la riqueza en manos de la sociedad que luego transfiere al Estado como "dueño" del territorio.

Así como los sistemas productivos han evolucionado superando las brechas iniciales de la división del trabajo donde obreros, empleados y propietarios de los negocios poco interactuaban, esas diferencias se hacen cada vez más tenues porque la actividad productiva aproxima lo operativo con lo intelectual al tomar fuerza la unión del saber y hacer como la forma de vincularse al mercado de trabajo que demanda este tipo de aptitudes o competencias.

Estos cambios producidos en la base económica que lleva a la primicia del sector servicios nos muestran, en el caso de Colombia, que un 40% de la población sostiene al 60% restante constituido por los menores de edad, los estudiantes, los desempleados y pensionados cuyos ahorros no alcanzaron para cubrir la totalidad de sus gastos, tendencia que ha de seguir si existe libertad para que la iniciativa de las personas encuentre el terreno para realizar sus proyectos.

Lo anterior depende de que las autoridades o quienes ejercen el poder, entiendan, conozcan y sepan que los recursos que llegan del ciudadano y sus empresas a los gobiernos como impuestos y que se denominan recursos públicos, no son propiedad de presidentes, gobernadores, alcaldes y todos los que administran bienes públicos, sino de la sociedad que espera la mejor inversión y uso de ellos para que la generación de riqueza y bienestar sigan su curso.

En este sentido, cuando lo tributario se pone difícil como en los actuales momentos de desfinanciación de los presupuestos públicos, lo indicado es prudencia, ejecutar los recursos existentes y no cargar de nuevos tributos a la sociedad que con un desempleo del 10%, una informalidad del 58% y sectores esenciales en recesión, aumentar los impuestos en atentar contra la estabilidad y el bienestar de las personas.

Así las cosas, en vez de nueva reforma tributaria toma fuerza en el Congreso el acto legislativo de modificación del porcentaje de las transferencias del nivel nacional al territorial para pasar de un 21% al 39.5% en un lapso de 12 años lo cual no es prenda de garantía de que las cosas van a mejorar por este hecho, habida cuenta que las administraciones públicas locales no brillan por su buena gestión, pero si representan una oportunidad para que las comunidades se vuelvan proactivas en la solución de los problemas que las afectan.