Jeison David es un joven que vive con cuatro riñones
Testimonio de ciencia, esperanza y vida en Bucaramanga
En este país donde la espera de un órgano puede significar la diferencia entre la vida y la muerte, la historia de Jeison resalta el valor de la solidaridad y el impacto de la medicina moderna.
Jeison David Hernández Urbano, un joven santandereano de 19 años, ha escrito un capítulo único en la historia médica del país. Su historia no solo destaca por el hecho de haber superado una enfermedad renal crónica, sino por haber recibido un procedimiento quirúrgico excepcional: un trasplante en bloque que lo convirtió en una de las pocas personas en Colombia que hoy vive con cuatro riñones.
En 2017, Jeison recibió un diagnóstico que cambiaría el rumbo de su vida. Una enfermedad renal crónica, de origen desconocido, lo obligó a someterse a diálisis peritoneal, un tratamiento diario que transformó su rutina en una lucha constante contra el desgaste físico, las restricciones alimenticias y el deterioro emocional.
Inicio de una nueva etapa
Durante años, su vida transcurrió entre citas médicas, noches sin descanso y una esperanza sostenida por la fe y el deseo de seguir adelante. Esa esperanza encontró respuesta en una llamada durante la madrugada, cuando el equipo de salud del HIC Instituto Cardiovascular lo contactó para informarle que había aparecido un donante compatible.
Era la noticia que Jeison y su madre habían esperado con paciencia y determinación. Aquel momento, que marcó el inicio de una nueva etapa, también representó un hito clínico: Jeison se convirtió en el paciente número 400 en recibir un trasplante renal en esa institución.
El procedimiento que cambió su destino no fue convencional. Según el doctor Edwin Salinas Velasco, especialista en Trasplantes de Órganos Abdominales del HIC, se optó por una técnica llamada “trasplante en bloque”. Esta se utiliza en casos donde los riñones del donante, por su tamaño, no logran individualmente cumplir la función renal requerida.
Sí a donación de órganos
“Ambos riñones fueron trasplantados en la región pélvica, con anastomosis vasculares conectadas a los vasos ilíacos y cada uréter unido por separado a la vejiga. El éxito del procedimiento permitió una integración adecuada de los órganos”, explicó el cirujano.
Hoy, Jeison vive con sus dos riñones nativos —inactivos— y dos nuevos riñones funcionales. Ha dejado atrás la dependencia de la diálisis, recuperado su calidad de vida y retomado sus sueños.
Uno de ellos es convertirse en administrador agroindustrial. También anhela recuperar momentos cotidianos con su familia, imposibles de disfrutar mientras estaba enfermo.
“Le pedí a Dios que apareciera un donante, porque no quería que mi mamá tuviera que operarse. Estaba en exámenes para darme uno de sus riñones. Gracias a los médicos y al donante anónimo, tengo una nueva oportunidad. Invito a todos a decir sí a la donación de órganos: una sola decisión puede salvar vidas”, expresó Jeison con gratitud y convicción.

No son cifras sino grandes historias
Más allá del caso individual, la historia de Jeison, resalta la labor de instituciones como el HIC Instituto Cardiovascular, que desde 2006 ha realizado 402 trasplantes renales, 15 de ellos con donantes vivos.
Este trabajo ha posicionado al hospital como un centro de referencia nacional en el trasplante de órganos sólidos como riñón, corazón, pulmón, páncreas e hígado. Su enfoque integral y la oferta de segundas opiniones médicas especializadas han permitido a cientos de pacientes acceder a tratamientos oportunos, en departamentos con listas de espera más cortas que las de las grandes ciudades.
El doctor Wilmer Rivero, quien es urólogo con más de una década en el equipo de trasplantes del HIC, destaca la importancia de alcanzar los 400 trasplantes: “No es sólo una cifra. Son 400 historias, 400 familias impactadas, 400 oportunidades de vida. Cada intervención resume el esfuerzo humano, médico y científico de un completo equipo comprometido con salvar vidas”.

Altas cifras están en espera en Santander
Rivero también lanza una advertencia. A pesar de los avances, la necesidad de órganos sigue siendo alta. En Colombia, más de 3.900 personas esperan un trasplante de órganos, de las cuales 105 están en Santander.
La brecha entre la oferta y la demanda exige mayor conciencia ciudadana sobre la donación. “Cada órgano tiene el poder de cambiarlo todo. Necesitamos más decisiones valientes, más actos de generosidad que devuelvan la vida a quienes luchan por ella”, subrayó.
La experiencia de Jeison Hernández es un testimonio vivo de ese poder transformador. Su caso, excepcional en términos médicos, es también una historia de fe, resiliencia y esperanza.
Su mensaje y su voz se suman al llamado urgente por una cultura de donación más activa y consciente en el país, que requiere de este tipo de acciones humanitarias, que no sólo salvan la vida del paciente, sino que mejoran la calidad de esta en sus familias.