Resumen
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)La Sala Plena de la Corte Constitucional de Colombia declaró inexequible la norma de la ley que excluía la posibilidad de que las cargas industriales fuesen declaradas parte del Patrimonio Cultural Sumergido, como resultado de una demanda interpuesta por Carlos Fernando Gómez Riaño, estudiante de octavo semestre del programa de Derecho de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB), que en instancia única le otorga la razón mediante la Sentencia C-332 de 2023.
La Corte “estudió una demanda de inconstitucionalidad presentada en contra del numeral 3 del artículo 3 de la Ley 1675 de 2013, que establecía un mandato general de acuerdo con el cual las cargas industriales no serían consideradas como parte del patrimonio cultural sumergido. El accionante advirtió que ello daba lugar a una vulneración del artículo 72 de la Constitución, por cuanto producía una desprotección del patrimonio cultural de la Nación”, según argumentó en la sentencia.
“Colombia cuenta con uno de los símbolos instintivos del Patrimonio Cultural Sumergido del mundo, el galeón San José, sin embargo, se excluían de la protección del Estado las botijas, las ánforas, los cargamentos y todos estos tipos de cargas industriales que, normalmente, integran un naufragio, tipos de objetos que hay en el galeón San José”, explicó Gómez Riaño.
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Esta situación llamó poderosamente la atención de Carlos Fernando, en noviembre de 2022, que consolidó para enero de este año a través de una acción pública de inconstitucionalidad ante la Corte Constitucional, con el firme propósito de que se expulsara del ordenamiento jurídico este tipo de disposición.
“Nace de una curiosidad a partir de ciertos conocimientos que adquiría en las aulas de Derecho, revisé algunas dificultades que existían en la Ley que regulaba el patrimonio cultural sumergido, y gracias a eso, estructuré en un periodo de vacaciones la demanda”, contó el estudiante.
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Así, el pasado 29 de agosto la Corte profirió la Sentencia C-332, en la que le dice al Estado que es su deber no sólo proteger el Patrimonio Cultural Sumergido, sino las cargas industriales que precisamente lo integran, dependiendo del contexto histórico y antropológico que estas tengan, por lo que le está prohibido al Legislador y al Gobierno Nacional limitar el concepto del Patrimonio Cultural Sumergido sin tener en cuenta criterios propios de la antropología, arqueología e historia.
Este es un logro que refleja la importancia de preservar y conservar los rastros de la existencia humana con relevancia cultural e histórica que hayan estado parcial o totalmente sumergidos por al menos 100 años como consecuencia de un naufragio, hundimiento, inmersión o echazón.
“Supo escoger un tema políticamente correcto para la Corte Constitucional, porque suelen manejar su agenda y ese asunto le llamó la atención, también la habilidad de Carlos no fue sólo presentar bien la demanda sino encontrar un tema que tenga un interés para el país, porque el Patrimonio Cultural suele tener una minusvaloración como hizo el Legislador”, expresó Carlos Arturo Duarte Martínez, profesor de Derecho UNAB y coordinador del Seminario de Investigación de Derecho Público.
Carlos Fernando no eligió estudiar Derecho por azar, pues es hijo de dos jueces, creció entre libros de la Rama Judicial, sentencias y por los pasillos del Palacio de Justicia de Bucaramanga. “Esa influencia viene de esos dos grandes juristas, han sido un germen para la carrera académica que he querido emprender, ellos están muy felices, es un logro de satisfacción, para mí es una vocación”, compartió.
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Antes de que Carlos Fernando conociera la decisión de la Corte, había sido invitado al V Seminario del capítulo Colombia ICON-S: Realismo mágico, cultura jurídica y territorio, de la Universidad de Cartagena, que tendrá lugar del 11 al 13 de octubre próximo, para participar con una ponencia en la que hace una analogía entre Ley 1675 de 2013 con la exclusión de las cargas industriales del patrimonio cultural sumergido y la novela de Gabriel García Márquez El amor en los tiempos del cólera, en la que el premio Nobel colombiano habla del galeón San José en torno a la historia apasionada de Florentino Ariza y su amada.