Resumen
El artículo de Maura Samara Suárez aborda las elecciones en EE.UU., destacando el sistema del Colegio Electoral y sus implicaciones. Critica al expresidente Trump por su estilo populista y preocupaciones legales, mientras presenta a Kamala Harris como una opción más moderada.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Por: Maura Samara Suárez
La confianza que me otorga el Diario EL FRENTE me anima a escribir mi primera columna de opinión, justo unos días antes de conocer el resultado final de las elecciones en Estados Unidos, con la expectativa y preocupación por su desenlace. Hoy, al leer estas líneas, ya conocerás parte del resultado, aunque el conteo final puede extenderse hasta el viernes. Cerrados ya los comicios, solo algunos estados han finalizado el conteo, y aunque aún no tengamos certeza, nos da una idea de la dirección que tomará el país.
Mientras procesamos este resultado, vale la pena explicar, a grandes rasgos, el sistema que define al ganador, una estructura compleja y única. En Estados Unidos, el presidente no se elige directamente por la mayoría del voto popular. En su lugar, el desenlace depende del Colegio Electoral. ¿Cómo funciona? Cada estado aporta un número específico de delegados según su población, y quien gana en un estado se lleva todos sus delegados. Para entenderlo mejor, recordemos 2016: aunque Hillary Clinton ganó el voto popular, Trump asumió la presidencia. Un buen ejemplo es el estado de Michigan, donde Trump obtuvo 2,279,543 votos frente a los 2,268,839 de Hillary, llevándose los 16 votos electorales del estado solo por una diferencia de 10,000 votos. Así, el cada candidato necesita al menos 270 de los 538 delegados para llegar a la Casa Blanca.
En esta contienda, los candidatos principales son el expresidente Donald Trump y la vicepresidenta Kamala Harris. Trump me genera una gran preocupación por la dirección que podría dar tanto al país como al mundo. Su estilo populista, cargado de afirmaciones desmentidas repetidamente, le ha permitido conectar con algunos sectores, pero su tendencia a distorsionar la verdad y su indiferencia hacia los hechos debilitan la confianza institucional. Además, Trump tiene un historial de comentarios discriminatorios y ofensivos hacia comunidades como los hispanos, lo cual solo acentúa las divisiones sociales en el país.
Trump también enfrenta procesos judiciales por acoso sexual y violencia de género, y si llegara a la presidencia, podría ampararse en el fuero para evitar enfrentarlos, lo cual representaría un serio riesgo de impunidad. No olvidemos lo vivido el 6 de enero de 2021, cuando, siendo presidente, incitó a una turba, impulsada por ideas supremacistas, a irrumpir en el Congreso con la esperanza de invalidar los resultados de las elecciones de 2020. Otro aspecto alarmante es su intención de nombrar a un fiscal que, según él mismo afirmó, "hará llover el infierno en Washington D.C.”, con el claro propósito de investigar a sus oponentes políticos. Además, su vicepresidente ha manifestado que reemplazaría a funcionarios de carrera, personas con experiencia que conocen y protegen el sistema, por individuos afines a su ideología. En este contexto, considero que el carácter populista de Trump representa un riesgo real en términos de estabilidad global; su enfoque de “América Primero” suele dejar de lado los compromisos diplomáticos y su regreso podría sumir a Estados Unidos en conflictos internos y externos.
Kamala Harris, aunque no es una candidata perfecta y comenzó la contienda con meses de retraso, representa una opción más moderada. Hija de inmigrantes, fue encargada de la política migratoria de Estados Unidos, una tarea que gestionó de manera regular, pero con una postura de mayor respeto hacia los derechos humanos y la cooperación internacional. Aunque enfrenta el reto de consolidar una política exterior fuerte, su enfoque menos confrontacional brinda estabilidad y un compromiso con la justicia y las libertades.
Cada elección en Estados Unidos tiene repercusiones que van más allá de sus fronteras, y América Latina no es la excepción. Nos queda ahora observar cómo liderará Estados Unidos en los próximos cuatro años y, con esperanza, que este resultado traiga estabilidad, prosperidad y una mejor relación para el bienestar de la región.