La denuncia
Por: Claudio Valdivieso
¿Cómo podríamos explicarle a un menor de edad víctima de abuso sexual ejercido por su propio guía espiritual, sacerdote o pastor, que se sirve de su investidura “religiosa” para incurrir en semejante acto?
¿De la lealtad qué? ¿Acaso la lealtad entre los guías espirituales, practicantes de fe o cualquier congregación religiosa está por encima de traicionar sus propios valores?
Esperar a La Justicia Divina para que asuma el juicio de los servidores de fe que se aprovechan de su posición o autoridad eclesiástica, pastoral, sino de los llamados guías de grupos de oración que ejercen cierta “superioridad” sobre una comunidad, y que la misma comunidad defiende por desconocimiento de la doble moral permite que se siga insistiendo en acciones reprochables.
De esto la gente habla en voz baja por temor, porque supuestamente se involucra a Dios en este asunto y aunque Dios tiene muchas influencias la verdad no es esa. El problema no es Dios, ¡jamás! El miedo a denunciar se produce por las mismas puntadas que bordan las comunidades para encubrirse, manipular, encapsular la información, y como suele suceder, quien se atreva a delatar estos actos es condenado por calumnia o injuria si goza de suerte al no considerarlo blasfemo.
Resulta, que denunciar a las personas moralmente “intocables” por la incoherencia de sus actos, que involucra directamente a predicadores que incurren en actos poco alentadores como la difamación, humillación, ira y venganza, además de otras como el resentimiento que atentan contra la dignidad de las personas. Esto se convierte en una rivalidad de palabra entre la de un “servidor” de fe y el ciudadano del común, que lleva todas las de perder y se le viene todo el mundo encima por revelar el verdadero rostro de los hipócritas; no le creen, es considerado enemigo de Dios, de la iglesia, y por eso lo estigmatizan.
Es muy complejo discernir en este asunto que involucra la fe, la verdadera fe de las iglesias y los actores que distorsionan la verídica información de las víctimas para ocultar actos reprochables de algunos “servidores” de una iglesia, culto, religión o congregación, y podría considerarse como un vandalismo de fe, además de arrebatarle a la víctima el derecho “moral” de denunciar.
*Jonnatan* víctima de acto sexual violento en una finca de la vereda Guamos y Laderas, del municipio de Chitaraque, según acta de notificación del Tribunal Eclesiástico del 8 de agosto de 2024, un sacerdote fue expulsado del estado clerical, encontrado culpable de *Delictum contra sextum cum minore*. Indica también el acta, que la Diócesis de Socorro y San Gil reprueba y pide perdón por lo sucedido, y ofrece acogida, y escucha y acompañamiento a la víctima, como la disponibilidad para atender los requerimientos necesarios para adelantar un proceso de sanación espiritual y/o psicológica. Los hechos por los que fue investigado el sacerdote acontecieron a mediados de septiembre de 2007. Esta información es difundida por la prensa nacional.
Identificar a los hipócritas de las iglesias, todas, es una valiente acción que aportaría para mantener intacta la coherencia de la fe de los fieles, se trata de cuidar el buen nombre de las buenas obras demoliendo el controvertido vandalismo que atenta contra los actos de fe y coherencia.