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La posmemoria como semilla de verdad y dignidad

La posmemoria como semilla de verdad y dignidad

Resumen

En el Festival Cine Memoria UIS, COCUZA desarrolló el taller 'El arte de recordar', explorando cómo el arte y la comunidad pueden reconstruir la memoria colectiva de las víctimas del conflicto armado, enfocándose en la posmemoria y la dignidad humana.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
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by Wendy López

Con una apuesta por la memoria digna, el arte y los derechos humanos, el Comité Cultural de Zapamanga (COCUZA) participó en la primera edición del Festival Cine Memoria UIS 2025 con el taller “El arte de recordar”, realizado el 9 de abril en el Auditorio Luis A. Calvo de la Universidad Industrial de Santander (UIS), en conmemoración del Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado.

Este espacio formativo, organizado por la Dirección Cultural de la UIS y la productora audiovisual Otros Mundos, reunió a estudiantes, docentes, activistas y creadores audiovisuales para reflexionar sobre la posmemoria: esas huellas emocionales y relatos transmitidos por generaciones que no vivieron de forma directa la guerra, pero la heredan como parte de su identidad colectiva.

El taller fue facilitado por Alejandra Becerra Cáceres, estudiante de Historia y Archivística e integrante del Archivo de Memoria Oral de las Víctimas (AMOVI), junto con Diego Andrés Riaño Pinzón, economista, integrante del grupo de investigación EMAR y representante legal de COCUZA. Ambos lideraron un ejercicio pedagógico y expresivo centrado en reconstruir la memoria desde la sensibilidad, la experiencia compartida y la dignidad.

Riaño expresó: “Este espacio fue una forma de rendir homenaje a las memorias silenciadas, pero también de fortalecer la voz de las nuevas generaciones que están dispuestas a buscar la verdad con preguntas incómodas, con palabras propias, con arte y comunidad”.


Un legado comunitario

El taller inició con una presentación del legado de COCUZA, organización nacida hace 45 años en la comuna 4 de Floridablanca. Su trabajo ha estado marcado por el arte, la educación popular y la transformación social. En su trayectoria se destacan espacios como la Biblioteca Comunitaria José Antonio Galán, los procesos con mujeres y jóvenes, y su reconocimiento como Sujeto de Reparación Colectiva ante la Unidad para las Víctimas.

Durante su intervención, Alejandra Becerra compartió su experiencia como practicante en el archivo documental de COCUZA, donde descubrió valiosas piezas de memoria como ediciones del periódico comunitario La Muralla, ejemplo de periodismo alternativo que recoge luchas sociales y voces críticas desde los barrios populares. “En esos papeles viejos hay voces que no se dejaron callar, historias que siguen doliendo, pero también enseñando”, comentó Becerra a este medio.

Una de las dinámicas centrales del taller consistió en responder tres preguntas clave: ¿Quién soy? ¿Qué recuerdo importante ha marcado mi vida o la de mi comunidad? ¿Por qué es importante recordar? Las respuestas, compartidas en pequeños grupos, revelaron testimonios cruzados por la violencia, el desarraigo y la resistencia cotidiana, especialmente entre las mujeres jóvenes asistentes, muchas de ellas hijas o nietas de víctimas del conflicto.

Mi mamá nunca me quiso contar lo que le pasó, pero uno va entendiendo por pedacitos, por lo que no dice”, expresó una estudiante, dejando entrever cómo el silencio familiar también es un testimonio.


Fragmentos de posmemoria

Uno de los momentos más emotivos del encuentro fue el ejercicio de los “fragmentos de posmemoria”, donde los participantes compartieron textos, imágenes, objetos simbólicos y recuerdos familiares que ilustraban una comprensión intergeneracional de los hechos traumáticos.

Se debatió, además, sobre los desafíos actuales en la transmisión de memorias: el papel de las nuevas tecnologías, los límites de la oralidad y los obstáculos emocionales que enfrentan muchas víctimas al narrar su experiencia, como el miedo a revivir el dolor o la deslegitimación social.

Esta generación no es tan floja como dicen, aunque no nos cuenten las historias, averiguamos para hacernos a la idea de en qué sociedad vivimos”, señaló una participante, subrayando el papel activo de las juventudes en la construcción de memoria.

La jornada contó también con intervenciones de docentes invitados, como Luis Alejandro Palacio, coordinador del programa de Administración de Empresas Creativas y Culturales de la UIS, quien reflexionó sobre el poder de narrar las propias historias. También participó Iskra de la Cruz, profesora de la Escuela de Idiomas, quien compartió su experiencia como testigo de movilizaciones sociales en México.

La historia uno se la sabe, pero a medias. Lo que hay que hacer es llenarla de sentido”, comentó otra estudiante, poniendo en palabras la necesidad de resignificar el pasado con una mirada crítica, ética y transformadora.


Una línea del tiempo simbólica

El cierre del taller consistió en la creación de una línea del tiempo simbólica sobre el suelo del auditorio, donde los participantes ubicaron hitos de la historia nacional como el Bogotazo, el auge del narcotráfico, la Constitución del 91, el asesinato de Jaime Garzón, el periodo más crudo del conflicto (1998-2002) y el estallido social de 2021.

Alrededor de esos momentos se ubicaron relatos personales, fotografías, canciones y propuestas de memoria territorial: creación de monumentos, murales, casas de la interculturalidad y medios comunitarios.

Uno de los participantes sentenció: “Hoy en Colombia existe una disputa por el sentido de la memoria. Mientras las víctimas reclaman su derecho a contar lo vivido, sectores del poder niegan o minimizan los hechos. Por eso tenemos que seguir defendiendo procesos como ‘Las Cuchas Tienen Razón’, para que la verdad y los derechos humanos no se pierdan en el olvido”.

El taller concluyó con un compromiso colectivo de mantener viva la memoria desde el arte, la palabra y la acción comunitaria. La posmemoria, como herencia viva y movilizadora, quedó sembrada entre los asistentes como una herramienta para no repetir, para sanar desde la verdad y para seguir construyendo país desde la dignidad. “El arte de recordar no es solo mirar hacia atrás, sino aprender a caminar distinto”, afirmó uno de los organizadores al despedir la jornada.

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por Wendy López

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